Sentada junto a Anabela

¡Clic, clic, clic!  Natalia tenía el ceño fruncido mientras sus tijeras cortaban el papel.  

“¿Qué estás haciendo?”, preguntó Anabela.

“¿No es obvio?  Son corazones”.  ¡Clic!

“Oh, ¡ya veo!  Siempre tienes las mejores ideas, Natalia”.

Natalia resopló.  “Anabela es tan rara”, pensó.  “Así como ese feo vestido que trae puesto”.  ¡De ningún modo Natalia se pondría un vestido así!

“¿Natalia?”  Era Anabela.  Otra vez.  “¿Podrías enseñarme cómo…?”

“Deja de copiarme.  Solo porque la señora García nos puso juntas en el escritorio no significa que seamos amigas”.  Para dar fuerza a sus palabras, Natalia tomó sus tijeras y… ¡clic!

Anabela se estremeció.  Natalia quedó con la boca abierta.  Ambas niñas se quedaron viendo el corte en la manga del vestido de Anabela.  Natalia guardó las tijeras en su escritorio.  No había sido su intención… ¡de veras!  La niña se mordió el labio.  “Tú… ¿estás bien?”, susurró.

Anabela asintió y siguió coloreando.

Natalia tragó el nudo que tenía en la garganta.  “¿Será que Anabela le dirá algo a la señora García?”, se preguntó.  La niña tomó su lápiz y empezó a trazar otro corazón.  Mientras presionaba el lápiz, se rompió la punta.  Las lágrimas se amontonaron en los ojos de Natalia.  Aun si Anabela no le decía nada a la maestra, Jesús sabía lo que ocurrió.  Él sabía que Natalia se había portado mal con Anabela, en lugar de amarla como Él.  Pero ¿qué podía hacer ahora Natalia?

Algo rodó por el escritorio… un lápiz rojo con la punta fin afilada.

Natalia levantó la vista y vio a Anabela.  ¿Lo habría hecho a propósito?

De repente, Natalia sabía lo que tenía que hacer.  Tomó el lápiz rojo y, con su mejor caligrafía, escribió: “Perdóname”.

La niña deslizó el papel hacia el escritorio de Anabela, y tragó en seco, sin atreverse a mirar a su compañera. 

El corazón fue deslizado de vuelta al escritorio de Natalia.  Con la letra chueca de Anabela, decía: “Está bien”.

“Lamento mucho lo de tu vestido”, susurró Natalia.  “No debí haberlo hecho”.

Anabela se encogió de hombros.  “Detesto este vestido de todas maneras”.

“¿No te gusta?”

Anabela asintió.  “Tal vez ahora mi mamá no me obligará a ponérmelo.  ¿No crees que es el vestido más feo que hayas visto?”

“Bueno… un poquito”.  Natalia respiró profundamente.  “¿Todavía quieres que te enseñe a hacer corazones?”, preguntó en voz baja.

Una sonrisa encendió la cara de Anabela.  Natalia le devolvió la sonrisa.  — MARIA ANTONIA

SÉ AMABLE CON LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32

SEAN MÁS BIEN AMABLES UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.

¿Eres amable con los demás, incluso cuando no te caen tan bien?  Todos caemos en la falta de amor a veces y hacemos cosas que hieren a otros.  La buena noticia es que Jesús perdona nuestras ofensas y nos ayuda a mostrar a otros el tipo de amor que Él nos ha mostrado.  Pero también es importante que busquemos el perdón de aquellos a quienes hicimos daño. No debemos inventar excusas.  La mejor manera siempre será la más sencilla.  Solo di: “Perdóname”.

Clave de Hoy
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