Salto de fe
Agustín no estaba poniendo mucha atención a los animales, mientras seguía a su papá y a su hermanita por el zoológico. Solo podía pensar en cómo, la próxima semana, se mudarían a una ciudad diferente.
“¿Estás disfrutando el zoológico hoy?”, preguntó su padre.
Emma asintió, emocionada, pero Agustín se encogió de hombros. “Hemos estado aquí tantas veces que ya sé la mayoría de la información de los animales de memoria”. Comenzó a recitar: “El hipopótamo es responsable por más muertes en su estado salvaje que ningún otro animal. Los flamencos son rosados por los camarones que comen”.
“Entonces me imagino que no extrañarás el zoológico cuando nos mudemos”, comentó papá.
“No como voy a echar de menos a mis amigos. En realidad, no me quiero mudar”, contestó Agustín.
“Tampoco voy a extrañar en zoológico tanto como a mis amigas”, aseguró Emma, “pero sí voy a echar de menos a los impalas. Son tan bonitos”. La niña apuntó un campo donde pastaban varias criaturas parecidas a los venados.
“¿Los impalas?”, preguntó Agustín, sorprendido. “Me parecen los animales más mensos que hay aquí. ¿Sabes por qué no necesitan estar en jaulas? ¡Porque son como pollos grandes!”
“No es cierto”, dijo Emma. “Son una especie de antílope”.
“¡Me refiero a que son como gatitos asustados!”, exclamó Agustín. “Son muy buenos para saltar, pero no saltarán a menos que vean dónde aterrizarán sus pies. Si hay una cerca pequeñita a su alrededor, nunca escaparán”.
“¿En serio?”, preguntó Emma. “Si yo fuera un impala, saltaría”.
“Lo dudo”, señaló Agustín, “porque si fueras un impala, también serías una gallina”.
“La gente puede ser así en ocasiones”, explicó su padre. “A veces nos da miedo probar algo nuevo porque no estamos seguros de cómo será”.
Agustín suspiró. “No estarás hablando de mí, ¿verdad?”
“Bueno, admito que también estoy un poquito nervioso por mudarme a un lugar nuevo”, aceptó papá. “Pero Dios sabe qué hay al otro lado de esa cerca y podemos confiar en que Él hará lo que sea mejor para nosotros. Después de todo, Jesús estuvo dispuesto a dejar Su hogar en el cielo para venir a la tierra a salvarnos”.
Agustín respiró. “Está bien, saltaré. Supongo que no puedo vivir para siempre dentro de la cerca”. El niño sonrió a su hermana. “Vamos a ver a los impalas. ¡A lo mejor podamos convencerlos para que salten también!”. — HEATHER M. TEKAVEC
CONFÍA EN DIOS CON LOS CAMBIOS EN TU VIDA
VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 5:7
PORQUE POR FE ANDAMOS, NO POR VISTA.
¿Tienes miedo cuando afrontas algo nuevo? Los grandes cambios nos asustan, pero recuerda que Jesús te ayudará en medio de todo. Ten fe en Él. Jesús afrontó la situación más aterradora de todas: morir en una cruz por nuestros pecados, para que tengas vida eterna. Puedes confiar en que Él estará contigo y hará lo mejor. Da ese salto de fe y deja que Dios se encargue del aterrizaje.
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