Problemas en el aeropuerto
—¡Al fin iremos a Veracruz! —exclamó mamá después de hacer el check in en el aeropuerto.
—¿Cruz? —preguntó Guille—. ¿Quién es Cruz?
Susana le hizo una mueca a su gracioso hermano.
—Vamos a ver a la abuela.
Guille trató, pero no pudo esconder su sonrisa.
—Mamá acaba de decir que vamos a ver a Cruz.
—Veracruz. La ciudad.
Guille rio. Mientras esperaban en la fila para la revisión de seguridad, la madre preguntó:
—Guille, ¿están todos tus carritos de juguete en tu mochila?
El niño puso su mochila en la cinta transportadora.
—¡Por supuesto que sí! —todos, excepto el carrito de carreras de Fórmula Uno que tenía en su bolsillo, su favorito. Pero nadie lo iba a notar.
Mamá y Susana vaciaron sus bolsillos en la canasta y caminaron primeras por el detector de metales. Cuando Guille entró, sonó una alarma. El niño se quedó congelado. Lo habían atrapado.
Un guardia de seguridad lo detuvo de inmediato.
—Vacía tus bolsillos —Guille le entregó su carrito de carreras. El oficial inspeccionó el juguete e hizo que el niño caminara otra vez por el detector de metales, esta vez con los bolsillos vacíos.
Una vez que pasó por la revisión de seguridad, Guille camino hacia donde su madre y Susana lo estaban esperando. Él levantó ambas manos.
—Lo siento.
Mama meneó la cabeza mientras empezaban a caminar hacia su puerta de embarque.
—Hijo, pensaste que, si yo no veía el carrito de carreras, el detector de metales tampoco lo detectaría, ¿verdad?
Guille se encogió de hombros.
—Pensé que había engañado a todos.
—Bueno, si alguna vez te sientes tentado a engañarme nuevamente, o a engañar a cualquier otra persona, recuerda que no puedes esconder nada de Dios. Él sabe lo que hay en nuestros bolsillos… y también en nuestros corazones.
Guille se quedó pensativo por un momento.
—Él sabe incluso lo que estoy pensando, ¿cierto?
Su madre asintió.
—Cada pensamiento.
Susana sonrió.
—Dios sabe incluso cuando no estás pensando. ¿En realidad creías que podías pasar un carrito de carreras por la seguridad?
Guille suspiró.
—No fue mi mejor momento, lo admito.
—La buena noticia es que, a pesar de que Dios sabe todo sobre nosotros, todavía nos ama y nos perdona por nuestros errores —aseguró mamá—. No tenemos que ocultar nada del Señor porque Jesús pagó el precio por todos nuestros pecados en la cruz.
Guille metió el carrito de carreras nuevamente en su bolsillo. Cada vez que mirara ese carrito, recordaría que nunca podría esconder nada de Dios.
MATT SHOEMAKER
DIOS VE LO QUE NADIE MÁS PUEDE VER
VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 4:13 (PDT)
NO HAY NADA CREADO EN EL MUNDO QUE SE PUEDA ESCONDER DE DIOS.
¿Alguna vez has hecho algo que no debías hacer y trataste de esconderlo? Nuestros corazones humanos son pecaminosos por naturaleza y a veces tratamos de esconder nuestros errores. Pero Dios ve nuestro pecado; ¡Él sabe todo de nosotros y nos ama de todas maneras! Y el Señor nos ofrece perdón a través de Jesús, quien tomó el castigo por nuestro pecado. Si hay un pecado que te está molestando, no trates de esconderlo. Confiésalo a Jesús y considera también conversar sobre eso con algún adulto cristiano de confianza.
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