Podando las uvas
Una tarde de febrero más cálida de lo habitual, papá anunció:
—¡Es un día perfecto para podar las uvas!
Cosme y Eleonora se pusieron su ropa abrigada y se reunieron con sus padres afuera de la casa. Papá enganchó el remolque al tractor mientras mamá recogía las herramientas para la poda. Después ella y los niños subieron al remolque mientras el padre conducía el tractor.
Mientras bajaban por el viñedo, Cosme preguntó:
—¿Por qué podamos las uvas todos los años?
—Sí —Eleonora tenía la misma pregunta—. Estamos cortando las vides. ¿Eso no significa que habrá menos uvas?
—De hecho, los brotes viejos solo consumen el alimento del tronco principal de la vid —explicó su madre—. Hacen que las vides produzcan menos fruto.
—Así que las podamos para que produzcan más uvas —comentó Cosme.
El padre llevó el tractor a la primera fila del viñedo. Él y mamá comenzaron a cortar las viejas vides, mientras que Eleonora y Cosme recogían las ramas cortadas para hacer coronas más tarde.
Después de un exitoso día de trabajo, todos se reunieron en la sala de la casa para el tiempo devocional. Eleonora pausó su actividad de construir una corona cuando Cosme le entregó una Biblia a su padre.
Papá la abrió y después de pasar algunas páginas leyó Juan 15:2.
—«Él corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más».
—¡Eso es lo que hicimos hoy! —exclamó Eleonora—. Podamos las uvas para que den más fruto.
Mamá asintió.
—Pero el Señor también tiene que podarnos a veces.
—¿A qué te refieres? —preguntó Cosme.
—Bueno, a veces hay cosas en nuestras vidas que el Señor debe cortar, como patrones pecaminosos o actitudes no saludables. Este proceso puede ser doloroso, pero, si permitimos que el Señor nos pode, podemos tener la certeza de que eso nos ayudará a crecer en nuestra relación con Jesús, nuestra Vid. No podemos producir fruto espiritual por nosotros mismos; esa es la razón por la que necesitamos que el Espíritu Santo nos pode. Entonces nuestras vidas rebosarán de fruto espiritual mientras hacemos brillar el amor de Jesús para los demás.
—Quiero ser como una vid bien podada —indicó Cosme.
—¡Yo también! —expresó Eleonora.
LISA FULLER
DEJA QUE DIOS TE PODE
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 15:2 (NTV)
ÉL CORTA DE MÍ TODA RAMA QUE NO PRODUCE FRUTO Y PODA LAS RAMAS QUE SÍ DAN FRUTO, PARA QUE DEN AÚN MÁS.
¿Alguna vez has visto cómo se poda una planta? Quizá hayas visto a tus padres podar arbustos o a algún obrero cortar las ramas muertas de un árbol. Eso es lo que el Espíritu Santo hace con nosotros. Dios nos da el Espíritu Santo para transformar nuestras vidas y darnos la capacidad de producir fruto espiritual. Cuando Él nos poda al ayudarnos a alejarnos del pecado, producimos frutos tales como amor, paz, paciencia, benignidad, bondad y otras virtudes que demuestran el amor de Dios a otros.
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