Pequeñas mentiras

—Hola, papá —saludó Sandro cuando entró en el taller de su padre—. ¿Me puedes ayudar a construir una casa para los pajaritos ahora?

Papá levantó la mirada.

—Estoy listo si tú lo estás. Vayamos a recoger algo de madera —él guio el camino al contenedor donde tenían los restos de la madera.

—Pensé que hoy ibas a jugar con Leopoldo.

—Él se fue —comentó Sandro—. Yo quería hacer esto, así que le dije que tenía que hacer tareas.

Su padre frunció el ceño mientras llevaban varios pedazos de madera a la mesa de trabajo.

—¿Quieres decir que le dijiste una mentira a Leopoldo?

—En realidad, no. Sí tengo que hacer tareas, pero las haré después que terminemos la casa para los pajaritos.

—Pero a propósito dejaste que Leopoldo creyera que ibas a hacer las tareas ahora. Ese es un modo de mentir, hijo.

Sandro se encogió de hombros.

—Bueno, ¿y qué más le iba a decir? ¿«Vete a tu casa, ya no quiero jugar contigo»? —el niño le entregó a su padre un pedazo de madera—. De todos modos, solo fue una mentira pequeña. No herirá los sentimientos de Leopoldo ni nada por el estilo. Nunca se va a enterar.

—Todas las mentiras hieren el corazón de quien las dice —aseguró papá—. Podías haber simplemente explicado que querías tiempo para trabajar conmigo antes de hacer tu tarea —él sostuvo el pedazo de madera que su hijo le acababa de entrega y, usando sus dos manos, lo rompió fácilmente por la mitad. Sandro observó con los ojos abiertos por la sorpresa—. Mira de cerca esta madera —indicó su padre, sosteniendo los pedazos para que el niño pudiera verlos.

Sandro los miró y vio varios túneles que se entrecruzaban en el lugar donde se había partido.

—¡Guau! Supongo que esos túneles hicieron que la madera se hiciera débil. ¡Yo mismo podía haberla partido! ¿Qué lo causó?

—Posiblemente las hormigas carpinteras —explicó papá—. Se comen la madera hasta que se debilita y se rompe fácilmente —él miró a su hijo, pensativo—. Las hormigas son pequeñas, pero pueden hacer mucho daño. Las mentiras también son así. Las mentiras, incluso las que decimos que son pequeñas, se comen nuestra veracidad. Como cristianos, somos llamados a ser como Jesús, quien siempre nos dice la verdad, y Su verdad nos transforma. El Señor nos da el poder de ser veraces también, para que nuestras vidas guíen a otros hacia Él y Su amor por nosotros.

Sandro estaba perplejo.

—Lo siento —murmuró—. ¿Debería escribirle a Leopoldo un mensaje para decirle que regrese? —el niño pensó por un momento—. Eso es lo que voy a hacer. ¡Él puede ayudarnos con esta casa para los pajaritos!

DARYL B. KNAUER

DI LA VERDAD, COMO JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:9

DEJEN DE MENTIRSE LOS UNOS A LOS OTROS.

¿Crees que está bien decir mentirillas blancas? ¿Piensas que no hacen daño a nadie? Sí lastiman e, incluso si nadie más se entera, de todos modos, te hieren a ti. Cuando cuentas mentiras, grandes o pequeñas, no estás siendo verdadero como Jesús, quien nos habla la verdad en amor a través de Su Palabra, la Biblia. Ser honestos no siempre es fácil, pero Dios te ayudará a amar a otros y a decirles siempre la verdad.

Clave de Hoy
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