Paz y buena voluntad
Cuando llegó a casa de la escuela, Silvana colapsó en una silla con tanta fuerza que esta se arrastró por el suelo.
—¡Hija! —exclamó su madre—. ¡Ten cuidado! ¡Vas a dejar marcas en el piso! —ella suspiró cuando la hermanita menor de Silvana empezó a llorar en la otra habitación—. Esta casa es como una zona de guerra —balbuceó.
Silvana cruzó los brazos.
—¿Quién crees que consiguió el papel de María en el teatro de Navidad? —dijo con sarcasmo—. ¡Hilda, por supuesto! Ella es María y yo soy la narradora… ¡otra vez!
Su padre levantó la mirada.
—¿Hilda no es tu mejor amiga? —preguntó.
Silvana hizo una mueca.
—Era mi mejor amiga —le corrigió.
Un poco más tarde, la pequeña Emi, de cuatro años, ayudaba a su madre a decorar galletas mientras practicaba su parte para el programa de Navidad:
—Gloria a Dios en… en las alturas, y en la tierra paz, buena… buena voluntad para los hombres —después preguntó—: Mami, ¿María compró ropa para Jesús en una tienda de segunda mano?
Mamá sonrió.
—No, hijita. En ese tiempo no tenían tiendas de segunda mano. Ese versículo está hablando del amor y el favor que Dios nos mostró al enviar a Jesús para salvarnos del pecado.
—Mamá —dijo Silvana—, ¿cuándo vendrán la tía Linda y el tío Benja?
Su madre frunció el ceño.
—No van a venir —respondió de modo cortante.
—¡No van a venir! —se quejó Silvana—. ¿Por qué no? ¡La Navidad no será la misma sin ellos!
Su madre no respondió y Silvana la miró con sospecha.
—No los hemos visto desde el funeral de la abuela. ¿Sigues enojada con la tía Linda por ese álbum de fotografías?
Mamá se limpió un poco de azúcar de su mejilla y suspiró.
—Preferiría no hablar de eso.
—Estás enojada con la tía linda —comentó Emi—, y Silvana está enojada con Hilda. Yo no sé con quién estar enojada —la pequeña siguió practicando sus líneas—: En la tierra paz, buena voluntad para los hombres.
—En la tierra paz, buena voluntad para los hombres —repitió mamá en voz baja—. Jesús entró en nuestro mundo para que podamos tener Su paz y amor en nuestras vidas. Pero no nos ha ido muy bien en la tarea de demostrar esa paz y amor, ¿no creen? —ella tomó su teléfono—. Voy a llamar a la tía Linda. No es muy tarde para invitarlos a que vengan para Navidad.
Silvana sonrió.
—¿En serio?
—En serio —contestó su madre—. Y creo que deberías hacer lo mismo con Hilda.
Silvana dudó, pero luego asintió.
—Está bien. Quizá quiera venir a ayudar a decorar estas galletas.
BARBARA J. WESTBERG
VIVE EN PAZ CON LOS DEMÁS
VERSÍCULO CLAVE: 1 TESALONICENSES 5:13
VIVAN EN PAZ LOS UNOS CON LOS OTROS.
¿Tienes sentimientos de amargura y enojo en tu corazón hacia alguna persona? ¿Hay una relación dañada que tengas que arreglar? Jesús vino para traer paz y buena voluntad en la tierra. Él vino para reconciliarnos con Dios, de modo que podamos tener Su paz en nuestros corazones y vivir en paz con los demás. Si hay resentimientos entra tú y otra persona, haz lo que puedas para resolver el problema y que haya paz.
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