Parte de la familia de Dios
—¡Este viaje es tan divertido! —opinó Clara mientras su familia regresaba al hotel durante sus vacaciones de primavera.
Su hermana Silvia sonrió:
—¡Sí! ¡El parque acuático al que fuimos hoy estuvo realmente genial! ¿Qué vamos a hacer mañana, papá?
—Mañana iremos a la iglesia —contestó el padre.
Silvia frunció el ceño.
—Pero normalmente no vamos a la iglesia cuando estamos de vacaciones.
—Exacto —agregó Clara—. ¿No crees que nos sentiremos fuera de lugar en una iglesia donde no conocemos a nadie?
—De hecho, sí conocemos a alguien… al menos el pastor Fernando los conoce —explicó papá—. Él tiene amigos que viven en esta ciudad y tu mamá y yo quisiéramos conocerlos, así que mañana iremos a su iglesia. Estoy seguro de que nos sentiremos en casa.
Las niñas no estaban muy convencidas, pero sabían que no serviría de nada discutir. Cuando llegó el domingo, la madre despertó temprano a Clara y a Silvia. Desayunaron en el hotel y se encaminaron a la iglesia.
—¿Podemos al menos faltar a la escuela dominical? —preguntó Clara—. Ni siquiera vamos a saber dónde tenemos que ir.
—Los amigos del pastor Fernando tienen una hija de su edad, así que ella podrá llevarlas —les aseguró mamá.
Los amigos del pastor Fernando les dieron la bienvenida en la puerta de la iglesia. La familia Ortiz tenía una hija llamada Gabriela.
—¡Mira todos esos afiches en la pared! —le susurró Silvia a Clara mientras seguían a Gabriela a su clase de escuela dominical—. ¡Tienen el mismo programa que nosotros los miércoles!
Las niñas también se sorprendieron al darse cuenta de que disfrutaron mucho las canciones, tanto en la escuela dominical como en el culto, aunque algunas no habían escuchado antes.
—No estuvo tan mal —admitió Silvia mientras subían al automóvil, al terminarse la iglesia.
—De hecho, me gustó mucho —afirmó Clara—. Me gustaron las canciones tanto como las que cantamos en casa. Además, Gabriela y los demás niños me cayeron muy bien.
Su padre sonrió.
—Cuando estamos lejos de nuestra iglesia local, a veces sentimos que somos los únicos cristianos en el mundo, pero eso no es verdad. En todos lados hay personas que aman a Jesús y es bonito conocerlas.
—Sí —expresó mamá—. ¡Después de todo, todos pertenecemos a la familia de Dios! Cuando conocemos a otros cristianos en lugares que no son familiares para nosotros, recordamos que nunca estamos solos.
LINDA WEDDLE
LOS CRISTIANOS PERTENECEN A LA FAMILIA DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:19
USTEDES YA NO SON EXTRAÑOS NI EXTRANJEROS, SINO QUE SON CONCIUDADANOS DE LOS SANTOS Y SON DE LA FAMILIA DE DIOS.
¿Has visitado alguna iglesia en un lugar en el que no vives? ¿Se parecía mucho a tu iglesia local? Lo más probable es que algunas cosas eran familiares para ti, pero otras eran diferentes, pero lo importante es que pudiste conocer a otras personas que aman a Jesús. Una iglesia en un lugar nuevo puede convertirse en un hogar lejos de casa, porque todos los que confían en Jesús son parte de la familia de Dios.
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