Para escuchar al bebé
Joel estaba acostumbrado al ruido de sirenas, de frenazos y de los gritos de la gente durante toda la noche. Al vivir en la ciudad, oía esas cosas todo el tiempo. Pero no estaba acostumbrado al sonidito de bip que ahora escuchaba. El niño se dio vuelta en su cama, vio que eran las tres de la madrugada y frunció el ceño. Eran las tres y definitivamente acababa de escuchar el horno microondas.
Joel se levantó de la cama y arrastró los pies hasta llegar a la pequeña cocina en el apartamento que compartía con su mamá, su padrastro y su hermanito recién nacido. Encontró a su madre en la mesa, sosteniendo una taza. Ella hizo una mueca.
—¿Te desperté?
Joel se encogió de hombros.
—¿El bebé Robertito está despierto?
Su madre negó con la cabeza, sonriendo mientras miraba el vapor de la bebida caliente que tenía al frente.
—Solo yo estoy despierta.
Joel vio el monitor para bebés que estaba sobre la mesa y caminó para mirar la pantalla. Su nuevo hermanito dormía en su cuna.
—También era así cuando tú naciste —le contó mamá—. Estaba demasiado ansiosa y no podía dormir, porque sentía que tenía que estar despierta para escucharte y cuidarte.
—Él llorará muy fuerte si te necesita —Joel había sido testigo de cómo su hermanito bebé hacía precisamente eso.
—Lo sé —afirmó su madre—. En el fondo lo sé, pero todavía no me siento cómoda al dormir —ella se puso de pie y puso su brazo alrededor de los hombros de su hijo—. De hecho, esto me hace pensar en cómo Dios es con nosotros, siempre nos está cuidando.
—Él nunca duerme —declaró Joel en voz baja—. Pero tú sí deberías dormir. Cada vez que me cuesta dormir, tú me dices que puedo descansar en paz porque Jesús está conmigo y puedo confiar en que Él cuidará de mí. También puedes confiar en que el Señor cuidará de ti… y del bebé Robertito.
Mamá soltó una carcajada y despeinó cariñosamente el cabello de Joel.
—Tienes razón, mi niño. Creo que es hora de que los dos vayamos a descansar.
Cuando Joel regresó a la oscuridad de su habitación, se quedó mirando el techo.
—En verdad eres así, ¿cierto, Dios? ¿Siempre estás despierto y nos escuchas? —el niño sonrió—. Se siente bien saber que siempre nos cuidas.
EMILY ACKER
DIOS SIEMPRE NOS OBSERVA Y NOS ESCUCHA
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 4:8
EN PAZ ME ACOSTARÉ Y ASÍ TAMBIÉN DORMIRÉ, PORQUE SOLO TÚ, SEÑOR, ME HACES VIVIR SEGUR.
¿Tus problemas y preocupaciones te mantienen despierto por la noche? Cuando sientas ansiedad, recuerda que Dios siempre cuida de ti. Él te ama tanto que envió a Su propio Hijo, Jesús, para salvarte del pecado, y Él promete que nunca te dejará solo. El Señor siempre está a tu lado para escucharte y cuidarte, así como los padres amorosos cuidan de sus hijos. Descansa en paz porque sabes que Dios está contigo.
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