Orejas de lobo marino

—Cuevas de lobos marinos —leyó Galo, apuntando un letrero junto al camino que iba por la costa de Oregón—. ¡Llegamos!

Papá asintió y condujo hacia el estacionamiento. Pronto la familia se ubicó en el mirador subterráneo, lo suficientemente cerca para ver, oler y oír a las criaturas. Cuando un cuerpo en forma de torpedo con bigotes y cara de gato se deslizó por el agua y se trepó al piso de la cueva, el padre sacó su celular.

—Ese tipo de animal se llama león marino de Steller —explicó—. Este sitio web dice que las manchas que parecen hoyuelos a cada lado de la cabeza de la foca son pequeñas orejas. La mayoría de las focas solo tienen aperturas, pero este lobo marino es una foca con orejas. Cuando bucea, esas solapas cubren los orificios y, cuando salen la superficie, se vuelven a abrir.

—¡Guau! Qué genial —opinó Galo.

Después de ver los lobos marinos por un rato, Galo y su familia regresaron a su automóvil y siguieron por su camino. Mientras viajaban, hablaron sobre las focas.

—¿Por qué Dios no me dio orejas que se cierran? —preguntó el niño, riendo al pensar en que sus orejas pudieran abrirse y cerrarse—. Me gustaría poder cerrar mis orejas para bloquear algunas cosas que no quiero oír.

—Pensé que ya podías hacer eso —bromeó mamá, fingiendo sorpresa—. ¡A mí me parece que nunca me oyes cuando te digo que limpies tu habitación!

Galo sonrió tímidamente. Sabía que ella solo estaba jugando, pero sospechaba que no era del todo una broma.

—Ese es un buen punto —señaló papá—. Dios no te dio solapas en las orejas, hijo, pero sí te dio la capacidad de abrir y cerrar tus orejas de otra manera. Puedes abrir tus oídos al escuchar lo que se te dice y cerrarlos cuando no pones atención. Es importante que abras tus orejas a lo que tus padres, maestros y especialmente Dios tienen que decir.

—Así es —afirmó su madre—. Dios a menuda usa a los padres y maestros para ayudarnos a entender lo que Él nos dice en la Biblia, la verdad sobre lo que Jesús hizo para salvarnos y cómo deberíamos vivir como hijos de Dios. Debemos abrir nuestros oídos para que podamos escuchar y obedecer.

BERNICE S. KARNOP

ABRE TUS OÍDOS A LA VERDAD DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: MARCOS 4:9

Y [JESÚS] AÑADIÓ: «EL QUE TIENE OÍDOS PARA OÍR, QUE OIGA».

¿Alguna vez has tratado de abrir y cerrar tus orejas? A pesar de que no tienes solapas como un lobo marino, puedes elegir escuchar o ignorar lo que otros dicen. Cuando tus padres y maestros te hablen, pon atención a sus palabras. Pero, lo más importante, abre tus orejas a lo que Dios dice en la Biblia. La Escritura nos dice cuánto Dios nos ama y cómo podemos tener una relación con Él, y los padres y maestros cristianos también pueden ayudarnos a aprender más sobre el Señor.

Clave de Hoy
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