No lo logro (Parte 1)

Lía arrojó sus zapatos de ballet en el asiento trasero del automóvil y entró con un suspiro.

—¿Tan bien te fue en el ensayo? —la madre dio una mirada compasiva a su hija antes de arrancar el automóvil.

—Mamá, quiero renunciar. ¡No logro hacer mi demi-pointe! Cada vez que trataba de subir más alto en los dedos de mis pies, mis piernas se sentían débiles. ¡Hoy me caí y Catalina se rio de mí! Ella hace todos sus movimientos perfectamente. ¡No es justo!

—Hija, debes recordar que Catalina ha estado en el ballet por años y tú solo has venido seis meses. Ella no debió reírse de ti, pero debes enfocarte en lo que has logrado y en lo lejos que has llegado.

Lía puso mala cara y se acurrucó en su asiento. Trató de evitar que salieran las lágrimas que llenaban sus ojos.

—Es que a veces me siento tan inútil… como si todos fueran mejores que yo más talentosos.

—Todo el mundo se siente así en ocasiones —aseguró mamá—. Sin embargo, no puedes dejar que tus sentimientos o el nivel de habilidad de las demás personas te impidan seguir con algo que te apasiona. Quiero que termines este año y entonces podrás reevaluar si quieres seguir con el ballet.

—En verdad me gusta el ballet —admitió Lía—. Pero ¿qué pasa si nunca mejoro?

Su madre sonrió.

—Entonces recuerda de quién eres hija.

Lía torció los ojos.

—Soy hija tuya, obviamente.

Mamá rio.

—Sí, pero me refiero a que eres hija de Dios. Cada vez que te sientas inadecuada, recuerda que Él te ama, a pesar de lo que puedas o no puedas hacer. ¿Recuerdas el versículo que leímos en la iglesia sobre cómo Dios derrama Su amor sobre Sus hijos?

—Sí, y el pastor Andrés habló de como no debemos vivir con miedo porque Jesús hizo lo que no podíamos hacer. Él tuvo una vida perfecta y después murió y resucitó para que hagamos las paces con Dios —Lía miró por la ventana, confundida—. Mamá, creí que íbamos a casa, ¿por qué nos estamos yendo al zoológico?

—¡Es una excursión espontánea! Pensé en un animal que debes ver, que te animará a permanecer firme, incluso cuando sientes que no lo logras. ¡Vamos!

Lía sonrió.

—¡En verdad has pensado en todo!

SAVANNAH COLEMAN

EL AMOR DE DIOS POR TI NUNCA SE ACABA

VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 3:1 (NVI)

¡FÍJENSE QUÉ GRAN AMOR NOS HA DADO EL PADRE, QUE SE NOS LLAME HIJOS DE DIOS! ¡Y LO SOMOS!

¿Alguna vez has sentido que nada de lo que haces es suficiente? Dios ha dado talentos a cada persona, pero con frecuencia se requiere duro trabajo y tiempo, si deseas mejorar en ciertas áreas. Cuando te sientas derrotado por no ser tan bueno en algo como quisieras, consuélate en el hecho que eres el hijo amado de Dios. Nunca tendrás que trabajar por este privilegio. Simplemente le perteneces al Señor porque confiaste en Jesús, quien derramó Su sangre preciosa por Él.

Clave de Hoy
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