No es un secreto

—Tulio trajo a la escuela unos frijolitos mexicanos que saltan —contó Hernán durante la cena una noche—. Parecen frijoles normales, pero se mueven solos. Tulio no nos quiso decir qué les hace moverse, dijo que era un secreto. Pero lo investigué y lo descubrí. No sé por qué Tulio no nos dijo y ya. ¡No es ningún secreto!

—Entonces, ¿qué hace que se muevan? —preguntó Ariel, la hermanita menor de Hernán.

—Polillas —contestó el niño—. Los frijoles saltarines son causados por la larva de la polilla que se mueve adentro.

—¡Guácala! ¡Qué asco! —Ariel dejó su cuchillo y su tenedor—. Bueno, ahora perdí el apetito.

Cuando terminaron de cenar, papá sacó su Biblia para el devocional familiar.

—La historia de Hernán de los frijoles saltarines me hizo pensar en algo —comentó—. Como dijo Hernán, la razón por la que se mueven no es un secreto, pero hay algo que con frecuencia guardamos en secreto, aunque no deberíamos. Así como las polillas en las vainas de los frijoles los hacen saltar, tenemos algo en nuestro interior que nos hace elegir las cosas que hacemos, pero muchas veces no decimos a nadie qué es.

—Bueno, ¿qué es? —preguntó el niño—. Tampoco lo sé.

Papá sonrió.

—Es el amor de Jesús en nuestros corazones. Por ejemplo, recuerdo cuando comiste el chico nuevo que no conocía a nadie en la escuela y después tus amigos te preguntaron por qué no te sentaste con ellos. ¿Qué razón les diste?

—Este… a ver… solo les dije que lo conocía de la clase de matemáticas —contestó Hernán.

—Y cuando estuve muy enfermo, Dios me dio una recuperación milagrosa —aseguró papá—. Pero me pregunto cuántos de nosotros les hemos dicho a nuestros amigos que Dios respondió nuestras oraciones.

—Yo, no —admitió Ariel.

—Es como si estuviéramos guardando como un secreto el hecho de que conocemos a Jesús —señaló el padre, abriendo su Biblia en el cuarto capítulo de Hechos—. Esta noche, leamos sobre unos hombres que no querían mantener como secreto el que conocieran a Jesús. ¿Qué te parece si lo lees en voz alta, hijo? Lee los versículos del 16 al 20.

Cuando Hernán terminó de leer, papá dijo:

—Pedro y Juan no podían evitar hablar a otros de Jesús y cómo murió y resucitó para salvarlos. Unámonos a ellos al contar a todos lo que el Señor ha hecho por nosotros.

Nance E. Keyes

NO MANTENGAS A JESÚS EN SECRETO

VERSÍCULO CLAVE: Hechos 4:20

PORQUE NOSOTROS NO PODEMOS DEJAR DE DECIR LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO.

¿Cuentas a otras personas de Jesús? No mantengas como secreto el hecho de que lo conoces. Cuéntales a los otros niños cuando estés agradecido por algo que Dios te haya dado o que haya hecho por ti. Levanta tu voz si tienes la oportunidad de comunicar a otros que Jesús nos ama tanto que murió por nosotros. Puede ser que los demás quieran conocerlo también. ¿Cuántas otras cosas podrías contarles a tus amigos sobre Jesús?

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *