Mis propios malos hábitos

Laila anhelaba tener una amiga en la ciudad pequeña a la que su familia acababa de mudarse, pero no había nadie de su edad en el vecindario.  Nadie, excepto Molly, y Laila no quería ser su amiga.  “Ella se ríe todo el tiempo con una risita nerviosa”, le contó la niña a su madre.  “¡Me vuelve loca!”

Unos días después, Laila entró apresuradamente a la casa después de una fiesta para su clase de escuela dominical en la iglesia.  “¿Puedo ir al partido con Molly mañana?”

Mamá la miró, sorprendida.  “Claro.  ¿Pasaste bien en la fiesta?”

“Sí… a pesar de que unos niños se rieron de mí”, explicó Laila.  “Estábamos sentados en un círculo, jugando algo que nunca había jugado antes.  Yo estaba nerviosa y comencé a tronarme los dedos.  Nelly hizo una escena por eso y algunos niños se rieron de mí.  ¡Me sentí tan avergonzada!”

“Eso no fue muy amable”, opinó la madre.

“Pero Molly no se rio”, agregó Laila.  “Ella le dijo a Nelly que se estaba portando ridícula.  Luego me sentí mal cuando recordé cómo desprecié a Molly por su risa nerviosa.  Platiqué con ella un poquito más en la fiesta y, ¿sabes qué?  ¡Es muy buena persona!”

La mamá sonrió.  “¿Sabes?  Eso me recuerda la razón por la que Dios dice que el juzgar debe empezar con nuestras propias vidas.  Así como todos tenemos algunos hábitos fastidiosos, también somos todos pecadores.  Todos necesitamos a Jesús.  La Biblia nos dice que no podemos señalar los pecados de otras personas sin mirar primero los nuestros”.

“Entonces, ¿nunca debemos señalar las cosas malas que hacen otras personas?”, preguntó Laila.

“Eso no es lo que quiero decir”, afirmó su madre.  “Debemos identificar y tratar con el pecado cuando lo vemos, pero no de tal manera que nos pongamos a nosotros mismos por encima de otros.  Ahora, los malos hábitos no son necesariamente pecados, pero usemos este ejemplo.  Cuando utilizaste la risa nerviosa de Molly como una razón para no ser amiga suya, eso estuvo mal.  En lugar de juzgarla, Jesús quiere que te des cuenta de que también tienes tus propios defectos y que te acerques a ella con bondad y amor”.

“Supongo que tanto Molly como yo tenemos algunos malos hábitos en los que debemos trabajar”, admitió Laila.  “¡Ahora que somos amigas, podemos ayudarnos mutuamente!” – A. W. SMITH

NO JUZGUES

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 7:1 (NVI)

NO JUZGUEN A NADIE, PARA QUE NADIE LOS JUZGUE A USTEDES.

¿Te fastidia alguna persona que tiene una risa nerviosa o se truena los dedos?  ¡Adivina!  Probablemente tú también tengas al menos algún mal hábito extraño.  ¿Qué harías con alguien que hizo algo malo?  ¿Le desprecias o te rehúsas a tener una amistad con esa persona?  Recuerda que tú también haces muchas cosas malas, pero eso no evitó que Jesús se convirtiera en tu amigo.  En lugar de juzgar a otros, muéstrales la bondad y la gracia que Jesús te ha mostrado.

Clave de Hoy
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