Más dulce que el pastel de chocolate
Gabriela leía la lista de compras de su madre mientras caminaba por los conocidos pasillos del supermercado. Con el rabo del ojo vio una caja de pastelillos de chocolate rellenos de crema en una de las repisas, y se le hizo agua la boca. «Quisiera que mamá hubiera puesto pastelillos de chocolate en esta lista», pensó.
Al regresar a la sección de frutas y verduras, Gabriela pensó en esos pastelillos de chocolate y lo delicioso que probablemente era su sabor. Encontró a su madre y puso en el carrito las cosas que estaban en la lista.
—¿Por qué tienes mala cara? —preguntó mamá—. ¿Estás molesta por algo?
—No —contestó Gabriela—. Solo desearía poder tomar los pastelillos de chocolate en lugar de todas estas cosas. ¡Me encantan esos dulces! —ella torció los ojos dramáticamente—. Cuando pasé junto a ellos, casi podía oír cómo me llamaban por mi nombre: «Gabriela, ¡estoy por acá! ¡Cómprame! ¡Cómeme!». ¡Son tan deliciosos!
Ella y su madre rieron.
—¿Y qué te dijo la miel cuando pasaste por allí? —preguntó mamá mientras tomaba un frasco de miel de la repisa—. Es dulce. ¿También te llama por tu nombre?
Gabriela se encogió de hombros.
—No. La miel sabe bien, pero nunca me da antojo de comerla. ¿A ti?
—No, pero creo que a muchas personas en la Biblia, sí —dijo su madre, pensativa—. Algunos versículos que leí en el libro de los Salmos esta mañana incluían uno que mencionaba la miel. El autor dice que las palabras de Dios son más dulces que la miel.
—Recuerdo ese versículo —aseguró Gabriela—. Tuvimos que aprenderlo una vez para la iglesia. Tal vez tendría más sentido para mí si me gustara más la miel.
—Al autor le debe haber gustado muchísimo la miel —explicó mamá—. Pero está diciendo que le gusta mucho más la Palabra de Dios. Pero, en tu caso… —la madre hizo una pausa—. ¿Por qué no lo ves de este modo? Dios quiere que tengas hambre de Su Palabra, la Biblia, porque nos dice lo que hizo Jesús para salvarnos, y nos recuerda quiénes somos como hijos de Dios. A través de la Biblia, el Señor nos da sabiduría y aliento para nuestras vidas. Dios quiere que tengas más hambre de Su Palabra que de cualquier otra cosa en este mundo, ¡incluyendo los pasteles de chocolate!
Gabriela sonrió.
—Eso sí puedo entenderlo —expresó—. ¡Eso significaría que me gusta muchísimo la Palabra de Dios!
JAUNITA URBACH
TEN HAMBRE DE LA PALABRA DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:103
¡CUÁN DULCES SON A MI PALADAR TUS PALABRAS!, SÍ, MÁS QUE LA MIEL A MI BOCA.
¿Tienes hambre de Dios y de Su Palabra? Piensa en algo que realmente te gusta comer y compara tu deseo por esa comida con tu deseo de conocer lo que Dios dice. El Señor quiere que disfrutes las cosas buenas que Él te provee para comer, pero también quiere darte un alimento espiritual a través de Su Palabra. Saborea su dulzura cada día, al tomarte unos pocos minutos para leer algunos versículos en la Biblia.
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