Marcados por el dueño
Lo que a Daniel más le gustaba de visitar el rancho de su tío era montar a caballo con su primo mayor, Isaac. Ese día salieron a cabalgar para arrear a todo ganado perdido que encontraran.
Después de una media hora de montar a caballo, Isaac distinguió unas vacas que divagaban en la distancia. Junto con Daniel galoparon hacia allá para ver más de cerca el ganado perdido. “Solo una de esas vacas es nuestra”, aseguró Isaac.
“¿Cómo sabes cuál de las vacas te pertenece?”, preguntó Daniel. “Todas tienen etiquetas amarillas en sus orejas”.
“Las vacas que nos pertenecen tienen nuestro sello impreso en sus etiquetas”, explicó el primo mayor. “El nuestro es la Z con las líneas arriba. Las otras son propiedad de nuestro vecino. Su sello es como una U con dos puntos arriba”.
“Oh, ¡ya veo la diferencia!”, indicó Daniel. “Supongo que la Z es por tu apellido, ¡Zambrano!”
“Sí, ¡tienes razón!”, expresó Isaac. “Mi abuelo creó ese sello y ha estado en nuestra familia desde entonces. Hace mucho tiempo, el ganado se marcaba con un hierro para marcar que tenía la forma de nuestro sello. Lo calentaban muchísimo y luego lo aplastaban en la piel de la vaca. Eso quemaba permanentemente nuestro sello en los costados de las vacas que pertenecían a nuestra manada”. Los niños arrearon la vaca de vuelta al rebaño y se dirigieron a casa.
Esa noche, Daniel le comentó a su papá acerca de su día con Isaac. “Marcar al ganado es una buena estrategia para llevar la cuenta del ganado”, afirmó su padre. “Pero ¿sabías que también tú estás marcado? Cuando confiaste en Jesús como tu Salvador, la Biblia nos dice que el Espíritu Santo vino a tu corazón. El Espíritu Santo es la marca de Dios en ti que demuestra que le perteneces a Jesús. Él te identifica como uno de los miembros de la familia de Dios y te garantiza un lugar en Su reino eterno”.
“¿Pueden las demás personas ver la marca de Dios en mí?”, preguntó Daniel.
“No del mismo modo que puedes ver el sello en la etiqueta de la oreja de una vaca, pero cuando el Espíritu Santo obra en tu vida, Él te hace más como Jesús. Cuando los otros vean Su amor en tus palabras y acciones, ellos sabrán que le perteneces a Él”.
Daniel sonrió. “¡Me alegra mucho ser parte del rebaño de Dios!” — KENDRA ANGLE
LE PERTENECES A JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 1:22 (NVI)
[DIOS] NOS SELLÓ COMO PROPIEDAD SUYA Y PUSO SU ESPÍRITU EN NUESTRO CORAZÓN COMO GARANTÍA DE SUS PROMESAS.
¿Tienes la marca de Dios en ti? Si conoces a Jesús, la respuesta es afirmativa. Todos los que confiamos en Él hemos sido marcados por el Espíritu Santo, el cual nos identifica como hijos de Dios y obra en nuestras vidas para hacernos más como Jesús. ¿Cómo ha estado obrando últimamente en tu vida? ¿Te ha estado enseñando a tener una buena actitud, a hablar amablemente o a mostrar respeto a otros? Su presencia en tu vida demuestra que has recibido la marca de tu Dueño, Jesús.
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