Luz en la oscuridad
Los truenos retumbaban con fuerza y Soraya ahogó un grito cuando las luces parpadearon antes de que todo quedara a oscuras. “¡Oh, no!”, exclamó Gael. “La tormenta hizo que se fuera la luz. ¿Qué haremos ahora, papá?”
“No se muevan”, les ordenó su padre. “Iré a buscar unas velas”.
“Yo también voy”. Gael se levantó de un brinco, dio un paso y se tropezó con algo. “¡Auch!”, se quejó mientras se ponía de pie para volver a sentarse en su sillón.
En poco tiempo, papá regresó con una vela encendida en cada mano.
“Ahora sí, ¿está mejor?” El padre cuidadosamente puso las velas en la misa de la sala. “Ya podemos ver otra vez”.
“Esto me gusta”, opinó mamá, recostada en su sillón. “Me encanta la luz de las velas”.
“Bueno, no alumbran mucho”, señaló Gael, “pero es mejor que la oscuridad”. El niño se frotó su pie. “Ahora veo con qué me tropecé… con un libro que se cayó en el piso”.
Soraya, que había estado leyendo el libro antes que se fuera la luz, se inclinó hacia las velas ara ver mejor, pero después cerró el libro. “Todavía está demasiado oscuro para leer. Me alegra que no tengamos que usar velas todo el tiempo, así como lo hacían hace cientos de años”.
“A mí también”, su papá estuvo de acuerdo. “Pero en nuestro tiempo todavía hay gente que vive en la oscuridad”.
“¿En serio?”, preguntó Gael. “¿Te refieres a los ciegos?”
“De hecho, estaba pensando en las personas que viven en la oscuridad del pecado. Eso es mucho peor que la ceguera espiritual”, explicó papá. “Si nunca hemos visto la luz de Jesús en nuestras vidas, con frecuencia creemos que todo está bien. Pero en realidad, no es así. La oscuridad evita que veamos claramente”.
“Así como no podía ver lo que había en el piso”, afirmó Gael. “Creí que podía caminar por ahí, pero me tropecé al dar el primer paso”.
Mamá asintió. “La buena noticia es que nadie tiene que quedarse en la oscuridad. Jesús es la luz del mundo y Él ofrece Su luz a cualquiera que confíe en Él. Su luz es más poderosa que esta vela”. Mientras hablaba, las luces se encendieron de repente e iluminaron la habitación.
“¡Qué bien!”, gritó Soraya. “¡Ya no hay más oscuridad!” — LYNNE M. LEPLEY
JESÚS ES LA LUZ DEL MUNDO
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 8:12
[JESÚS DIJO:] “YO SOY LA LUZ DEL MUNDO; EL QUE ME SIGUE NO ANDARÁ EN TINIEBLAS, SINO QUE TENDRÁ LA LUZ DE LA VIDA”.
¿Tienes la luz de Jesús en tu vida? ¿Te ha mostrado esa claridad que eres un pecador que necesita el perdón que Él ofrece? ¿O crees que te va muy bien por tu cuenta? Si es así, estás caminando en la oscuridad. Necesitas de Jesús. Él quiere entrar en tu vida y llevarse la oscuridad del pecado. Invítalo a entrar hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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