Luz del mundo
—¡Debe a ver mil luciérnagas esta noche! —exclamó Juan.
Su padre había apagado la luz del patio. La luz titilante de color verde y naranja de los insectos se podía ver fácilmente. Juan abrió la tapa de un frasco limpio en el que su padre había hecho agujeros con un destornillador.
El niño corrió al centro del jardín y se quedó quieto. Las brillantes luciérnagas aleteaban a su alrededor. Él movió el contenedor por el aire y lo cubrió con la tapa; levantó el frasco al nivel de los ojos, observó por un minuto y entonces vio un pequeño destello de luz verde dentro del contenedor. Juan sonrió y repitió el proceso, a veces persiguiendo a los insectos voladores.
—Es hora de entrar —le llamó papá desde la puerta.
Juan corrió hacia él y le mostró el frasco.
—Atrapé cuatro verdes y tres naranjas —la luz de los insectos titilaba a través del plástico transparente—. No hay mejor luz que la de las luciérnagas —declaró el niño.
Su padre encendió la luz del patio y después abrió la puerta para sentarse en la grada de cemento. Juan se sentó junto a él, sosteniendo su frasco con cuidado.
—Las luciérnagas son una maravilla asombrosa de la naturaleza, pero sí hay una luz que es mejor que la de las luciérnagas. ¿Sabes cuál es esa luz? —preguntó papá.
Juan pensó por un momento.
—¿Jesús?
—¡Así es! —afirmó su padre—. La luz del sol es agradable. También lo es la electricidad —papá apuntó las luces que los alumbraban—. Pero Jesús es la verdadera luz del mundo. ¿Sabes por qué?
—¡Porque nos salvó de nuestros pecados! —expresó Juan con orgullo.
—Exactamente —el padre dio palmaditas en la espalda a su hijo—. Debido a que Él nos salvó al morir por nuestros pecados y resucitar de entre los muertos, nosotros viviremos en Su luz ahora y para siempre. Y podemos hacer brillar Su luz a otros al demostrarles el amor de Jesús y al contarles sobre Él —papá se puso de pie—. Vayamos adentro.
Juan destapó el contendor y sacudió con delicadeza el plástico hasta que las luciérnagas salieron y alumbraron en la oscuridad. El niño se unió a su padre en la puerta.
—Me alegra que Dios haya creado las luciérnagas. Son la segunda mejor luz del mundo. Estoy más feliz porque Dios envió a Jesús para sea la mejor luz del mundo.
ROSE ROSS ZEDIKER
HAZ BRILLAR LA LUZ DE JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 9:5
[JESÚS DIJO:] «MIENTRAS ESTOY EN EL MUNDO, YO SOY LA LUZ DEL MUNDO».
¿Eres una luz en la oscuridad? ¿Te quejas o das las gracias? ¿Eres cruel o bondadoso? ¿Peleas o buscas la paz? El pecado trae oscuridad al mundo, pero, si conoces a Jesús, Él te ha libertado del pecado y te ha dado Su luz. Cuando demuestras a otros el amor de Jesús a través de cualidades como el agradecimiento, la bondad y la paz, los demás verán Su luz brillar a través de ti en tus palabras y acciones. ¡Puedes llevar luz al mundo y guiar a otros a Jesús!
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