Lo que hay en el agua

—Es tu turno de orar, Carlos —dijo María cuando su familia se sentó a comer.

—Está bien —el niño inclinó la cabeza—. Gracias, Dios, por este día y por esta comida… —cuando Carlos levantó la mirada un momento después, se quejó—. ¡Oh, no! ¡No puede ser que otra vez haya brócoli! ¡Detesto el brócoli! ¡Y no me gusta el pollo cocido así! —pero él sabía que tenía que comer un poco, así que tomó una porción pequeña de cada alimento—. Hace demasiado calor —refunfuñó entre un bocado y otro.

Su padre frunció el ceño.

—Carlos, ¿crees que Dios escuchó la oración que hiciste hoy?

El niño miró a su padre, sorprendido.

—Por supuesto que sí —contestó.

—¿Y Él escucha también tus quejas? —preguntó papá.

Carlos bajó la mirada y vio su plato.

—Supongo que sí —admitió.

Su padre asintió.

—Yo también supongo que sí. Después de la cena iremos al estanque. Creo que tiene una lección que enseñarte.

Poco tiempo después, en la orilla del estanque, Carlos observó que su papá tomaba un balde y recogió un poco de agua.

—¿Vamos a regar el huerto? —preguntó el niño.

El padre negó con la cabeza y le entregó el balde.

—Toma. Bebe un poco de agua.

—¡Guácala! —exclamó Carlos—. ¡Papá, tú sabes que el agua de este estanque es sucia!

—Sí —afirmó su padre—, pero no beberás el agua en el estanque. La beberás del balde.

Carlos hizo una mueca.

—Si el agua del estanque no es buena, el agua del balde tampoco será buena. Es lo mismo.

Papá asintió.

—Otra vez estás en lo correcto. Lo que hay en el estanque es lo que sale en el balde. Es como lo que Jesús enseñó. Él dijo: «De la abundancia del corazón habla la boca». Piensa en la oración que hiciste antes de la cena hoy, hijo, y en lo que dijiste después de orar. Diste gracias a Dios y después rezongaste por las mismas cosas por las que agradeciste. He notado que últimamente has tenido esa actitud con más frecuencia, pero tienes la capacidad de cambiarla. Jesús te ha dado un corazón nuevo y limpio porque te ama, hijo. Él te ama tanto que murió por tus pecados. Por esa razón, tus palabras deberían estar arraigadas en la gratitud por todo lo que Jesús ha hecho por ti.

Carlos miró las cosas que flotaban en el agua del balde.

—Lo siento —expresó—. Le pediré perdón también a Jesús.

MARY ROSE PEARSON

TEN UN CORAZÓN AGRADECIDO

VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 3:10

DE LA MISMA BOCA PROCEDEN BENDICIÓN Y MALDICIÓN. HERMANOS MÍOS, ESTO NO DEBE SER ASÍ.

¿Qué tipo de actitud demuestras a los demás con las cosas que dices? La Biblia dice que nuestras palabras fluyen de lo que hay en nuestros corazones. ¿Tus palabras comunican a los demás que tienes un corazón agradecido? La vida no es fácil, pero, si conoces a Jesús, Él siempre está contigo y te ha dado un nuevo corazón, para que puedas compartir de Su amor y bondad con otros. En lugar de quejarte, dale gracias al Señor por Su bondad hacia ti y cuéntales a las demás personas sobre las cosas buenas que Él hace por ti cada día.

Clave de Hoy
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