La razón correcta (Parte 2)
“Todavía no puedo creer que Carlos y su papá ni siquiera nos hayan dado las gracias por lo que les dimos”, comentó Agustín mientras él y su padre conducían a casa después de llevar víveres a la familia Vélez. El niño miró por la ventana mientras pasaban por un pequeño lago. “¡Oh, no! ¡Se está derritiendo! ¿Por qué pasa eso? Necesitamos nieve para nuestro retiro de jóvenes”.
“Bueno, el clima podría cambiar”, opinó papá. “Pero sí escuché que toda la semana tendremos temperaturas por encima del promedio”. Agustín emitió un gemido.
Cuando llegaron a casa, su madre les esperaba con galletas y queso. Agustín frunció el ceño. “Yo quería chocolate caliente con galletas dulces”, se quejó, “pero supongo que tengo que conformarme con esto”.
“¡Conmigo diste en el clavo!”, señaló su padre.
Agustín se sirvió varias galletas. “¿Me pueden dar unos nuevos esquís?”, preguntó mientras masticaba una galleta. “Pedro tiene unos nuevos y se deslizan mucho mejor que los míos. También quisiera una nueva chaqueta”.
Papá negó con la cabeza. “No tendrás nuevos esquís este año. Pregúntale a tu mamá sobre la chaqueta”.
“La que tienes ahora te servirá para todo el invierno”, aseguró su madre, “o al menos hasta que estén de oferta. A la velocidad que estás creciendo, si te compramos una chaqueta ahora, no te quedará el próximo año”.
Agustín suspiró. “Tú y papá nunca me dejan tener tantas cosas como mis amigos”.
“¿Es tu apellido Vélez?”, preguntó su padre. Agustín lo miró confundido, mientras sacudía la cabeza. “Te quejaste cuando Carlos y su papá no nos dieron las gracias por ayudarlos”, explicó papá. “Ahora estás actuando igual que ellos. En vez de estar agradecido por lo que tienes, te has quejado del clima, de la comida, de los esquís, de la ropa… incluso de los padres que Dios te dio”.
“Lo… lo siento”, expresó Agustín. “Me molesté cuando Carlos y su papá no fueron agradecidos, pero veo que no me estoy portando muy agradecido con Dios por todo lo que me ha dado”. El niño miró a su madre. “Gracias por prepararnos un bocadillo”. Él sonrió. “Y me encanta mi viejo abrigo y mis esquís”.
Papá puso sus manos en las caderas. “Y, claro”, añadió Agustín, “¡el clima! Me encanta el invierno… ¡y amo a mis padres!” Todos rieron. — LINDA M. WEDDLE
VIVE EN CONTENTAMIENTO CON LA PROVISIÓN DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: 1 TIMOTEO 6:8
Y SI TENEMOS QUÉ COMER Y CON QUÉ CUBRIRNOS, CON ESO ESTAREMOS CONTENTOS.
¿Sientes gratitud por todo lo que Dios te ha provisto? ¿Diste las gracias a tu familia por cada uno de los regalos que recibiste en Navidad, incluso si no era exactamente lo que habías pedido? La Biblia nos dice que debemos estar contentos porque hemos recibido a Jesús como regalo. Él nos salvó y nos da todo lo que necesitamos. Aprende a vivir en contentamiento con lo que Dios te provee y dale gracias a Él, y a otros, por todo.
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