La gratitud de la ballena
Emma suspiró.
—De verdad echaste todo a perder, Elías.
—¿Qué? —el niño estaba sorprendido—. ¿Cómo?
—Hiciste que mamá se pusiera triste por lo que dijiste —Emma cruzó los brazos—. No, no es lo que dijiste, es lo que hiciste. Espera, no es lo que hiciste, es la forma cómo lo hiciste.
Elías la miró fijamente. No entendía lo que su hermana le estaba diciendo.
—Bueno, ¿cómo hice lo que sea que haya hecho?
Emma negó con la cabeza.
—Diste las gracias hablando entre dientes, ¡y te fuiste! Mamá se esforzó para recoger a tus amigos, llevarlos al partido y comprar el almuerzo para todos. ¿Y qué hiciste?
—¡Le di las gracias!
—A duras penas. No parecías muy agradecido. Hasta las ballenas muestran más aprecio que tú.
Elías arrugó la cara.
—¿Ah?
—En la clase aprendí sobre un pescador que descubrió una ballena atrapada en las redes de pescar en la costa de San Francisco —explicó Emma—. Él lo reportó y un equipo de buzos llegó y cortó las cuerdas de la ballena.
—Guau —expresó Elías—. Me imagino que debe haber estado muy agradecida.
—Sí, y demostró a todos lo agradecida que estaba. Cuando se dio cuenta de que estaba libre, nadó donde cada uno de los buzos y les dio un golpecito delicado, como si les diera las gracias.
Elías se imaginó al animal nadando en círculos para darles a los buzos un agradecimiento del tamaño de una ballena.
—Debo ir a arreglar algo —exclamó.
Elías encontró a su madre y le dio un fuerte abrazo.
—Perdóname por no agradecerte bien por toda tu ayuda.
Mamá sonrió.
—Me estaba preguntando si eras como los leprosos que no fueron agradecidos con Jesús por sanar su terrible enfermedad.
Elías recordaba esa historia. Jesús sanó diez leprosos, pero solo uno se dio el tiempo de regresar para darle las gracias.
—Creo que también me he olvidado de darle gracias a Dios por las cosas.
—Bueno, me alegra que hayas regresado —indicó su madre—. La verdadera gratitud comienza con recordar todo lo que Dios hace por nosotros. Él nos ha hecho libres del pecado y nos hizo Sus hijos a través de Jesús, y Él cuida de nosotros y llena nuestras vidas de cosas buenas. Cuando somos cada vez más agradecidos con el Señor, mostraremos también más gratitud a los demás.
Elías decidió que él quería ser una persona agradecida.
—Gracias, mamá. Y esta vez lo digo de corazón —el niño sonrió—. ¡Y para recordarlo solo tuve que saber la historia de una ballena!
MATT SHOEMAKER
DEMUESTRA TU GRATITUD
VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 1:4
SIEMPRE DOY GRACIAS A MI DIOS POR USTEDES.
¿Le das gracias a Dios por todo lo que ha hecho por ti? ¿Demuestras, además, que aprecias lo que otros hacen por ti? Dios te ama tanto y ha puesto a personas en tu vida que demuestran Su amor y cuidado. Cuando le das gracias a Dios por las bendiciones que te ha dado, la gratitud se convierte en un estilo de vida. Dale gracias al Señor por lo que ha hecho, y confía en que Él también te ayudará a demostrar tu gratitud a otros.
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