La galleta dura
Abi deslizó la bandeja de su almuerzo junto a la de su mejor amiga, Evelyn.
—¿Puedes creer lo malas que son estas galletas? —se quejó, dando golpecitos a una galleta dura de chispas de chocolate con sus dientes—. ¡Ni siquiera una ardilla podría comerlas!
Evelyn se encogió de hombros.
—No son tan malas si primero las remojas —la niña hundió su galleta en un vaso de leche y le dio un mordisco—. ¿Ves?
—¡Oh, sí! —exclamó Abi—. Siempre tienes buenas ideas.
—Ya quisiera —la expresión de Evelyn se volvió amarga—. Si así fuera, sabría cómo hacer que Cristina deje de fastidiarme. Es tan mandona y grosera.
Abi miró al otro lado de la cafetería, donde Cristina se sentaba sola. Había comenzado a molestar a Abi y a sus amigas cuando se enteró de que todas ibas al mismo campamento de la iglesia cada verano. Ella las llamó bobas y mojigatas, y aseguró que ni muerta entraría en una iglesia, mucho menos en un campamento de verano para bebés.
—Tal vez deberíamos invitarla a comer con nosotros —sugirió Abi con mientras mordisqueaba su galleta por los nervios. Sabía que era lo correcto, a pesar de que Cristina no le caía bien, y la idea de almorzar con ella le producía dolor de estómago—. Tal vez así ella podría conocernos mejor y podríamos contarle mejor sobre nuestra fe.
—Sí, supongo que sí —admitió Evelyn—. Ella me ha hecho preguntas sobre lo que creo, pero tuve la sensación de que solo estaba tratando de pelear conmigo.
Abi siguió pensándolo y tuvo una idea.
—Oye, ¿y si Cristina es como esta galleta?
Evelyn arrugó la nariz.
—¿Quieres que la remoje en leche? Creo que sí te apoyaría en eso.
Abi rio.
—No, o sea, ¿y si Cristina también necesita ablandarse? ¿Recuerdas cómo yo también hablaba mal de Dios y de la Biblia antes de saber que Jesús me amaba? —Evelyn apretó los labios al recordar algunas de las cosas que Abi decía—. Dios tuvo que cambiar mi corazón —continuó Abi—. Oremos y pidámosle al Señor que ablande el corazón de Cristina y que nos ayude a ser amables con ella.
Evelyn consideró a su amiga.
—Está bien, oremos y después le preguntaremos a Cristina si quiere acompañarnos a comer —la niña hundió su galleta en la leche—. ¿Y también podemos orar por mejores galletas?
Abi volvió a reír y asintió.
—Galletas más blandas y corazones más blandos.
CHRISTA HOGAN
DIOS ABLANDA CORAZONES
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:44
PERO YO LES DIGO: AMEN A SUS ENEMIGOS Y OREN POR LOS QUE LOS PERSIGUEN.
¿Has conocido a alguien cuyo corazón parezca que está endurecido hacia Dios? Es fácil olvidar que todos tuvimos corazones duros antes de experimentar el amor de Dios y de que Él nos cambiara. Dios puede ablandar cualquier corazón, y puede ayudarte a amar a quienes se burlan de ti o son crueles contigo a causa de tu fe. Ora por aquellos que no conocen a Jesús, y confía en que Él te ayudará a demostrarles Su amor.
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