La fiesta de pizza

—¿Cómo te fue en la fiesta de pizza? —preguntó mamá mientras Adriana se subía al automóvil y se abrochaba su cinturón de seguridad.

La niña no estaba segura de cómo responder. Había elegido renunciar a su recreo cinco días seguidos para ayudar a recoger la basura, a arrancar la maleza del pavimento y a esparcir nuevos trocitos de madera bajo el pasamanos, en el patio de juegos. Estar en el equipo de limpieza era un duro trabajo, pero a ella no le molestaba. Los juegos se veían mucho mejor, y la señorita Chacón, la custodia, había prometido a su equipo una fiesta de pizza como recompensa.

—Me fue bien y mal, supongo —contestó Adriana—. Me fue bien porque comí mi favorita, pepperoni con queso extra. Pero mal porque Enrique estaba allí.

—¿Enrique era parte del equipo de limpieza? —su madre se veía sorprendida por el espejo retrovisor.

La niña asintió.

—Pero llegaba tarde todos los días y casi todo el tiempo se la pasaba molestando. Enrique no trabajó ni la mitad de lo que trabajamos los demás. No entiendo por qué le permitieron venir a la fiesta.

—Eso me hace acuerdo de una historia que contó Jesús, sobre unos obreros que fueron contratados para trabajar en una viña —explicó mamá—. Algunos comenzaron a las nueve de la mañana, otros al mediodía, algunos más a las tres de la tarde y los últimos, a las cinco. Cuando terminó el día de trabajo, el dueño del campo les pagó a todos el salario por el día completo.

—¡Eso no es justo! —exclamó Adriana con enojo—. Los obreros que empezaron más tarde no debían recibir la misma paga que los que trabajaron todo el día.

—Puede que no te parezca justo, pero, en lugar de comparar a los obreros, quizá podemos pensar en cuán generoso fue el dueño de la viña con todos ellos.

Adriana se quedó en silencio por un minuto. Pensé con cómo la señorita Chacón siempre era paciente y bondadosa con todos, incluso con los niños que provocaban desorden en el comedor.

—La señorita Chacón es como el dueño de la viña, ¿verdad? Ella cumplió su promesa para todos nosotros, incluso para Enrique, que fue el que menos trabajó.

—Sí, hija, y el dueño de la viña es como Jesús, quien nos da Su gracia y cumple Sus promesas para todos los que confiamos en Él. A veces es difícil que entendamos cómo Él obra, pero podemos estar agradecidas porque Él siempre es bueno.

SUSIE CROSBY

DIOS OFRECE GRACIA PARA TODOS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:8-9

PORQUE POR GRACIA USTEDES HAN SIDO SALVADOS POR MEDIO DE LA FE, Y ESTO NO PROCEDE DE USTEDES, SINO QUE ES DON DE DIOS. 

¿A veces sientes frustración cuando alguien que no trabajó tanto como tú recibe el mismo premio o pago? A veces las cosas no parecen justas, pero la buena noticia es que Dios es generoso y bondadoso con todos. Ninguno de nosotros podía ganar la recompensa de la vida eterna con Él, pero, debido a que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó, todos somos invitados a la fiesta en el cielo para siempre.

Clave de Hoy
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