La cápsula del tiempo
El día del centésimo aniversario de su ciudad, Evita observó cómo, en el noticiero de la tarde, el alcalde abrió una cápsula del tiempo que había sido creada y guardada hace cien años. Él sacó de ella varios papeles y recuerdos, y los enseñó a las cámaras.
—¿Puedo hacer una cápsula del tiempo para nuestra familia? —preguntó Evita cuando terminaron de ver el reportaje—. ¡Podría poner en ella los tesoros familiares!
—Claro —afirmó mamá—. Eso será divertido.
Evita encontró una caja y metió en ella algunas monedas y un billete de un dólar que tenía en el cajón de su escritorio. Después guardó una película, una sudadera y un libro de cuentos. Luego agregó un viejo oso de peluche, lentes de natación, un collar de cuentas y un dibujo que había hecho.
—Es divertido encontrar cosas para esta caja, y todavía tengo espacio para meter más —le contó Evita a su madre—. Cuando las personas en el futuro vean esto, tendrán una idea de cómo éramos nosotros.
—Creo que a los miembros de nuestra familia en el futuro les parecerán muy interesantes las cosas que tienes allí —opinó mamá—. Pero si quieres dejar constancia de cómo son nuestras vidas, creo que te falta lo más importante.
—¡Una fotografía familiar! —exclamó el hermanito menor de Evita, Vinicio—. Así podrán ver cómo nos vemos.
—¿Y un periódico? —sugirió Evita—. Eso les dirá mucho sobre lo que pasa a nuestro alrededor.
—¡O podríamos escribirles una carta! —sugirió Vinicio.
—Esas son muy buenas ideas —aseguró su madre—. Pero estoy pensando en algo que hace que la vida sea importante y que valga la pena vivirla, aun si faltaran todas las demás cosas de la caja.
—¡Ya sé! —expresó Evita después de un momento—. ¡Una Biblia! Y quizá también un boletín de la iglesia.
—¡Y podemos hablarles de Jesús en la carta que les escribamos! —declaró Vinicio.
La madre asintió.
—Esas dos son buenas maneras de demostrarles a las generaciones futuras lo que es realmente importante para nosotros. Cualquier cosa material que pongamos en nuestra cápsula del tiempo se pondrá vieja y gastada para cuando nuestros descendientes la abran. Pero la esperanza que tenemos en Jesús, quien nos salvó del pecado y nos dio vida eterna con Él, es un tesoro que durará para siempre. Agreguemos en esa caja algunas cosas que apunten al tesoro celestial que más valoramos.
Nance E. Keyes
GUARDA TU TESORO EN EL CIELO
VERSÍCULO CLAVE: Mateo 6:19 (NTV)
NO ALMACENES TESOROS AQUÍ EN LA TIERRA, DONDE LAS POLILLAS SE LOS COMEN Y EL ÓXIDO LOS DESTRUYE, Y DONDE LOS LADRONES ENTRAN Y ROBAN.
¿Cuál es el tesoro más valioso para ti? ¿Dinero? ¿Ropa? ¿Juguetes? ¿Buenas calificaciones? Esas son cosas buenas que Dios te dio para que las disfrutes, pero no duran para siempre ni dan significado a tu vida. El único tesoro que perdura es el regalo de la vida eterna con Jesús. Guarda tu tesoro en el cielo al confiar en Él como tu Salvador, y después compartir Su amor con los demás. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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