La bicicleta destrozada

Cuando Mónica y Arturo iban de regreso a su casa, después de la escuela, pasaron por una cerca anta que rodeaba un terreno vacío y escucharon a alguien llorando. Espiaron por una de las tablas rotas y se sorprendieron al ver del otro lado al bravucón de la escuela, Ricardo Tello, sentado en la tierra en gran llanto.

—Mira —señaló Mónica susurrando—. Se accidentó en la bici —la bicicleta destrozada yacía en un montículo. Ricardo se había raspado la rodilla y tenía sangre en su cara. Arturo y Mónica lo miraron por un momento y después salieron corriendo, pensando en secreto que al fin Ricardo Tello había recibido su merecido.

Poco después de llegar a su hogar, los niños oyeron que su padre llegaba en el automóvil. Cuando fueron a la cocina, ¡se sorprendieron al ver que su papá había traído a Ricardo Tello a la casa para ayudarlo! El padre movió una silla para que el niño se sentara, y mamá rápidamente empezó a limpiar su rodilla y su cara. Mónica y Arturo se quedaron detrás, junto a la pared, mientras Ricardo le contaba al padre de los niños que vivía con su abuela. En pocos minutos, Ricardo y su bicicleta destrozada iban de camino a su casa en el automóvil de papá.

—Me alegra tanto que su padre haya llegado en ese momento —comentó mamá—. No todos ayudan a las personas como su papá. En verdad es un buen samaritano.

—¿Un buen samaritano? —preguntó Mónica.

—¿Te refieres al hombre de la Biblia que ayudó a alguien que estaba a un lado del camino cuando nadie más quiso ayudarlo? —preguntó Arturo.

—Sí —respondió su madre—. El sacerdote y el levita de esa historia, que son líderes religiosos que uno esperaría que ayudaran, fingieron no haber visto al hombre en problemas y siguieron por su camino. Pero el buen samaritano se importunó para ayudarlo, y su papá es así. Él ama a Jesús y sabe que Jesús ama tanto a todos que murió por nosotros y quiere que demostremos Su amor a los demás, incluso a quienes parecería que no lo merecen.

Mónica y Arturo se miraron el uno al otro, porque sabían que debieron haber ayudado a Ricardo. Entonces el niño tuvo una idea.

—¿Crees que a Ricardo le gustaría tener mi vieja bici azul? No la he usado desde que tengo la nueva, pero todavía se encuentra en buen estado.

—¡Qué buena idea! —afirmó mamá—. Esa es una excelente manera de demostrarle a Ricardo el amor de Dios.

CAROLYN E. YOST

AMA A TODOS

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 19:19

AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.

¿Ayudas a las personas cada vez que puedes, aun si no te tratan bien a ti o a los demás? Dios ama a estas personas difíciles y quiere que también las ames, que las trates como a tu prójimo y los ames como a ti mismo. Ese es mucho amor, ¿verdad? Pero, cuando recuerdas cuánto Dios te ama, tanto que Jesús murió por tus pecados para que pudieras tener vida eterna con Él, es más fácil demostrar ese amor a los demás.

Clave de Hoy
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