Justo en el blanco (Parte 2)
Edgardo y su papá se despertaron antes que saliera el sol para caminar en el bosque el primer día de la temporada de caza con arco. Era una mañana fresca y el pasto escarchado crujía bajo los pies de Edgardo mientras caminaba.
—Tu puesto es aquí —susurró el padre. Antes que el niño pudiera trepar al árbol por la escalera, papá le tomó del codo—. Hijo, hay dos cosas que debes recordar —la cara de su padre se veía muy seria—. No te duermas y no dejes tu puesto —Edgardo asintió—. Te va a ir muy bien —dijo su padre en voz baja antes de desaparecer en la oscuridad para sentarse en su puesto en otro árbol.
Treinta minutos después, Edgardo estaba aburrido y le empezó a dar sueño. Seguía buscando venados, pero su chaqueta de cacería estaba tan abrigada y los ruidos del bosque eran tan tranquilizadores, que el niño cerró los ojos. Pero luego los abrió de golpe cuando oyó un fuerte ruido de arañazos que venía desde abajo. Inquieto, Edgardo se dio vuelta rápidamente y vio que un ciervo gigante se afilaba los cuernos en un árbol junto a él.
Frenéticamente trató de alcanzar su arco, pero el ciervo ya lo había escuchado y se fue corriendo a toda velocidad. Cuando papá regresó para recogerlo, Edgardo trató de que no notara que había estado llorando.
—¿Qué pasó, hijo? —le preguntó su padre.
—¡Papá, lo siento! Me dormí y se me escapó un ciervo gigante. ¿Estás enojado?
—Por supuesto que no estoy enojado —aseguró el padre—. ¡Solo me da tristeza por ti porque sé cuántas ganas tenías de cazar un venado hoy! Y yo quería que estuvieras a salvo.
Edgardo aspiró.
—Quisiera haber escuchado tus instrucciones. Cuando ese ciervo se acercó, no estuve listo para él.
Papá sonrió.
—Eso me recuerda a otras instrucciones a las que todos deberíamos escuchar para estar listos. El pastor Borja habló sobre ellas la semana pasada en la iglesia, ¿recuerdas?
—¿Te refieres a lo que dijo sobre estar listos para cuando Jesús regrese? —preguntó Edgardo.
Su padre asintió.
—Jesús prometió que regresará algún día para borrar para siempre todo el pecado y hacer nuevas todas las cosas. ¡Y qué día será ese! Pero tenemos que estar listos. Primero debemos confiar en Él como nuestro Salvador. Después, mientras lo esperamos, tenemos que estar alertas de cómo podemos ayudar a que más personas sepan cuánto Jesús las ama.
EMILY TENTER
PREPÁRATE PARA LA VENIDA DE JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 24:42 (PDT)
POR LO TANTO, USTEDES MANTÉNGANSE ALERTA PORQUE NO SABEN QUÉ DÍA VA A VENIR SU SEÑOR.
¿Estás listo para que Jesús regrese? La Biblia nos dice que nadie sabe ni el día ni la hora del regreso de Jesús, así que debemos estar listos. Eso significa que confiamos en Él para el perdón de nuestros pecados y para que nos reconcilie con Dios, porque sabemos que jamás podremos dar en el blanco del estándar perfecto del Señor por nosotros mismos. Entonces podemos servir a Jesús y compartir Su amor con los demás mientras esperamos que Él regrese.
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