¡Enredados!

—Sabrina, me voy a trabajar —indicó mamá—. Asegúrate de poner la alarma de la casa cuando llegue tu autobús.

Cuando el autobús llegó, la niña puso la alarma y empezó a correr apresuradamente hacia la puerta cuando… ¡Oh, no! Su suéter favorito, que tenía mangas demasiado largas y anchas, se quedó enredado en el picaporte y ella se quedó atrapada. Cuando finalmente logró liberarse y subir al autobús, los niños se rieron y le preguntaron:

—¿Por qué te tardaste tanto?

«Al menos me acordé de poner la alarma esta vez», pensó Sabrina. Habían instalado la alarma para tener seguridad extra y quien llegara primero a la casa tenía treinta segundos para desactivarla por medio de un código secreto. De no hacerlo, empezaría a resonar con fuerza. Estaba conectada directamente con el departamento de policía local, y a los oficiales no estuvieron tan contentos cuando Sabrina la activó por accidente… dos veces.

Ese día, después de escuela, la niña abrió la puerta y oyó el sonido de advertencia de los treinta segundos. ¡Bip, bip, bip! Ella se apresuró a desactivar la alarma cuando, ¡PUM!, cayó sobre su espalda. Era su suéter otra vez, que había quedado enredado en una silla.

¡Bip, bip, bip! Sin poder liberarse, Sabrina logró zafarse del suéter el momento que la alarma empezó a sonar a todo volumen. Tímidamente salió al porche a esperar al patrullero.

—Buenas tardes, oficial Hidalgo. Lo siento —expresó cuando el policía llegó. Ella le explicó cómo su suéter la había dejado enredada.

Más tarde, ese mismo día, mamá se rio cuando Sabrina le contó los eventos del día.

—Hija, ¿recuerdas el versículo del que hablamos el último domingo en la iglesia?

—No, en realidad —admitió la niña.

—Hebreos 12:1. Dice que debemos soltar los pecados que tan fácilmente nos enreda. En otras palabras, debemos lidiar con esas cosas que nos meten en problemas, como los malos hábitos y las actitudes desagradables.

—Este suéter sí que me ha metido en problemas —comentó Sabrina.

—Sí, pero quedarte enredada por tu suéter es muy diferente a enredarte en el pecado. Eso evita que tengamos la vida de amor y de gozo por la que Jesús murió para darnos. Por eso tenemos que fijar nuestros ojos en Jesús y confiar en que Él perdonará nuestros pecados y nos ayudará a salir de sus enredos —mamá haló la manga de su hija—. ¡Ahora veamos si hay una manera de arreglar este suéter para que tampoco te enrede!

Teresa Ambord

NO DEJES QUE EL PECADO TE ENREDE

VERSÍCULO CLAVE: Hebreos 12:1 (DHH)

DEJEMOS A UN LADO TODO LO QUE NOS ESTORBA Y EL PECADO QUE NOS ENREDA, Y CORRAMOS CON FORTALEZA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE.

¿Hay algún hábito pecaminoso en tu vida que siempre te enreda y te mete en problemas? Podría ser ver un programa inapropiado de televisión o mirar cosas en internet que sabes que no deberías estar mirando. O quizá sea una actitud iracunda y desagradable que tienes hacia alguna persona. Cuando necesites ayuda con los hábitos pecaminosos, mira a Jesús. Él te perdonará y te ayudará a eliminar tus enredos.

Clave de Hoy
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