El tren dañado
—Oh, Natán, no llores —le dijo Silvia a su hermanito menor cuando este le mostró su tren dañado—. Vayamos a ver si el abuelo puede arreglarlo.
Llevaron el tren al taller de su abuelo, donde él lo examinó.
—No hay problema —aseguró—. Lo dejaré como nuevo.
Los niños se sentaron en una banca para observar. Cuando el abuelo comenzó a doblar una rueda en el tren, Natán gritó:
—¡Detente, abuelito! Lo vas a dañar más.
—No seas ridículo, Natán —le regañó Silvia—. El abuelo está arreglando tu tren, ¡no lo está dañando más!
El abuelo asintió y siguió trabajando.
—No lo estás haciendo bien —le reclamó Natán a su abuelo unos minutos más tarde—. Esa pieza debe ir en el motor, así —el niño estiró la mano para pedir su tren.
El abuelo dejó el juguete a un lado.
—Hijo, ¿qué tal si vas a jugar afuera un rato? Esto me tomará un tiempo más.
—¡Pero quiero mi tren ahora! —Natán lo agarró y caminó hacia la puerta.
Silvia miró a su abuelo y meneó la cabeza.
—¡Qué niño tan menso! Él te dio su tren para que lo arreglaras y luego se lo llevó sin dejarte trabajar.
—Probablemente lo volverá a traer pronto —comentó el abuelo con una carcajada—. Esto me hace pensar en cómo a veces hacemos lo mismo con Dios.
—¿En serio? —preguntó Silvia—. ¿Cómo?
—Al llevarle nuestros problemas a Él, pero después seguimos tratando de arreglarlos a nuestra manera —respondió el abuelo—. La semana pasada me contaste que estabas preocupada porque quizá tus padres no podrían pagar el campamento este verano. Oraste y se lo entregaste a Dios, ¿verdad?
Silvia bajó la mirada.
—Sí. Pero todavía me preocupo por eso.
—Te oí cuando le fastidiabas también con esto a tu mamá —expresó el abuelo—. Entonces, ¿lo dejaste en las manos de Dios o lo volviste a tomar?
—Este… supongo que lo volví a tomar —admitió Silvia—. Es difícil no sentir preocupación.
Su abuelo asintió.
—Preocuparse significa que no confiamos en que Dios manejará bien las cosas que se salen de nuestro control. Si empiezas a preocuparte, ¿qué te parece si haces una pausa y hablas con Jesús en silencio? Él murió en la cruz para tener una relación contigo y le importan tus problemas. Confía en que Jesús te ayudará y te dará Su paz.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Natán entró y le entregó su tren al abuelo.
Tanya Ferdinandusz
CONFÍALE TUS PROBLEMAS A DIOS
VERSÍCULO CLAVE: Filipenses 4:6 (PDT)
NO SE PREOCUPEN POR NADA, MÁS BIEN PÍDANLE AL SEÑOR LO QUE NECESITEN Y AGRADÉZCANLE SIEMPRE.
¿Le llevas tus problemas, preocupaciones y necesidades a Dios en oración? Después de hacerlo, ¿empiezas a preocuparte otra vez? Una vez que hayas llevado tu problema delante de Dios, no trates de volverlo a tomar. Pídele que te dé paz y paciencia mientras Él maneja la situación. Confía en que el Señor hará que todo obre para Su gloria y tu bien, aun si fuera en maneras que no esperas.
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