El regalo de uno mismo
«Solo me quedan cincuenta centavos, y con eso no puedo comprar un regalo para la señora Méndez», pensó Irina al pasar por la casa de su vecina. Era el tipo de día que a ella le gustaba, con brisa fresca y mucho sol, pero la señora Méndez estaba enferma en el hospital. «Espero que tenga una ventana en su habitación del hospital», pensó la niña.
Cuando su padre llegó a la casa, Irina le preguntó si tenía alguna idea de qué regalo podría comprarle a la señora Méndez con tan poquito dinero. Papá se quedó pensando:
—No lo sé. ¿Quieres que agregue un poco de dinero a lo que ya tienes?
—No… si me das dinero, ese regalo no sería mío —comentó Irina—. Quiero comprarle algo con mi propio dinero.
—¿Qué te parece si te doy un adelanto de tu mesada? —sugirió su padre.
Irina dudó.
—Supongo que eso estaría bien. Pensé en ganar un poco más de dinero, pero la señora Méndez es la única que me contrata para ayudarla —ella miró a papá—. ¿Hay algo que pueda hacer por ti para ganar dinero?
—Bueno, tal vez —afirmó su padre—. Pero, hija, hay muchas formas de dar. Tu regalo para la señora Méndez no tiene que ser algo comprado. La Biblia nos dice que llevemos las cargas unos de los otros. ¿Qué crees que significa eso?
Irina lo pensó por un momento.
—Creo que significa que deberíamos ayudar a otros cuando pasan por situaciones difíciles.
—Correcto —declaró el padre—. Tal vez tu regalo para la señora Méndez podría ser algo para demostrarle que compartes su carga. Ese es el tipo de regalo que Dios nos dio cuando envió a Su Hijo. Jesús tomó nuestros pecados sobre Sí mismo cuando murió en la cruz, y promete que estará con nosotros en cada lucha que enfrentemos, para darnos fuerzas y consuelo. Cuando ayudamos a otros en sus luchas, les damos el regalo de nosotros mismos, tal como lo hizo Jesús.
Irina pensó en cómo la señora Méndez era una viuda que no tenía familiares que vivieran cerca. «Trataré de ir a visitarla un par de veces esta semana», pensó. «Y no creo que nadie esté regando sus plantas ni recogiendo su correo, ¡así que también puedo hacer esas cosas. Haré todo lo que pueda para ayudar a la señora Méndez».
DARYL B. KNAUER
AYUDA A LOS DEMÁS
VERSÍCULO CLAVE: GÁLATAS 6:2 (NTV)
AYÚDENSE A LLEVAR LOS UNOS LAS CARGAS DE LOS OTROS, Y OBEDEZCAN DE ESA MANERA LA LEY DE CRISTO.
¿Conoces a alguien que necesite ayuda? Tal vez tengas algún amigo que esté enfermo o un vecino que no pueda hacer los trabajos en su jardín. ¿Hay una manera en la que puedas ayudar a esa persona a llevar su carga? Quizá puedas ayudarla a barrer la basura, hacer diligencias o simplemente con una visita de vez en cuando. Cuando compartes las cargas de otros, aligeras su peso y les demuestras el amor de Jesús.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!