El regalo de cumpleaños
—Hoy me divertí mucho —comentó Marcos cuando su madre vino a darle las buenas noches. Él había pasado la tarde en la fiesta de cumpleaños de su amigo Luis—. A Luis le gustó mucho el juego que le di —afirmó el niño con una sonrisa—. Algunos de nosotros lo jugamos un rato en la fiesta.
—Me alegra que le haya gustado —indicó mamá.
—A mí también me gusta mucho —opinó Marcos—. ¡Es un juego divertido! —el niño bostezó con fuerza y su madre rio.
—Creo que llegó el momento de orar para que puedas ir a dormir —señaló.
Después de orar juntos, mamá arropó a Marcos en su cama. Él la miró con una expresión confundida.
—Mamá, ¿cómo puedes estar segura de que en verdad eres salva? —le preguntó mientras subía las cobijas hasta su cuello.
—¿Entiendes que Jesús murió por tus pecados y que no puedes salvarte a ti mismo? —le preguntó su madre.
Marcos asintió.
—Claro, sé todo eso y confié en Jesús como mi Salvador hace unos meses. Pero a veces todavía hago cosas que son malas y eso me hace preguntarme sobre eso.
—Bueno, todos los cristianos pecamos a veces, hijo, pero eso no cambia el hecho de que somos salvos. Piensa en el juego que llevaste hoy a la fiesta de Luis. Realmente te gustó, entonces, ¿lo trajiste de nuevo a la casa cuando se acabó la fiesta?
El niño negó con la cabeza.
—No, es de Luis. Yo se lo di como regalo.
—¿Y si mañana Luis se porta mal contigo? —le preguntó mamá—. ¿Entonces traerás de regreso el juego?
—¡Por supuesto que no! —exclamó Marcos—. Ahora le pertenece a Luis, no a mí.
—Así es —expresó su madre—. Se lo diste como regalo, entonces es de Luis. Y cuando confiaste en Jesús para que perdone tus pecados y te salve, Dios te dio un regalo, el regalo de la vida eterna. No lo ganaste, así como Luis no ganó el juego que le diste. Y así como le diste ese regalo para que sea suyo para siempre, Dios te dio la vida eterna para que sea tuya para siempre. Él tampoco te quitará el regalo.
—¡Qué bueno! —Marcos suspiró con alivio—. Me alegra no tener que preocuparme más por eso —él bostezó otra vez—. Buenas noches, mamá —dijo mientras se acurrucaba en su cama.
DEAN A. FOWLER
EL REGALO DE DIOS ES PARA SIEMPRE
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 10:28
[JESÚS DIJO:] «YO LES DOY VIDA ETERNA Y JAMÁS PERECERÁN».
¿Alguna vez has dudado si perteneces a Jesús, aunque hayas confiado en Él para que perdone tus pecados y te salve? Si confías en Jesús como tu Salvador, eres cristiano. El regalo de Dios de la vida eterna es tuyo y Él jamás te lo quitará. Una vez que le perteneces a Jesús, siempre le pertenecerás a Él. Si todavía no has confiado en el Señor, hazlo hoy mismo (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti). Entonces podrás tener paz al saber que Jesús te ha dado vida eterna con Él.
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