El juego de la culpa

Ariana abrió un pequeño manual que había venido con su nueva tostadora y empezó a leer.

—¡Algunas de estas advertencias son graciosas! —le dijo a su madre—. Escucha: «No poner bajo el agua. No tocar las superficies calientes. No meter los dedos en las ranuras». Cualquier persona con algo sentido común no haría esas cosas. ¿Por qué las escriben en las instrucciones?

—Parecen cosas ridículas, pero te sorprendería cuánta gente haría algunas de ellas —respondió mamá—. Entonces, si la tostadora se daña o ellos resultan heridos, podrían echarle la culpa al fabricante si esas advertencias no estuvieran en el manual. A veces las personas incluso van a los juzgados y hacen demandas por mucho dinero.

—¿Aunque sea su propia culpa? —preguntó el Adrián, el hermano de Ariana.

La madre asintió.

—Echar la culpa a otros es parte de la naturaleza humana. Tanto Adán como Eva lo hicieron en el huerto del Edén, y la gente lo ha hecho desde entonces. ¿A quién creen que le echan la culpa más que a ninguna otra persona!

—¡A mí! —declaró Adrián.

—No es verdad —opinó Ariana.

—Yo diría que es a Dios —explicó mamá—. Muchas veces le echan la culpa por las cosas malas que pasan, a pesar de que fue la desobediencia de Adán y Eva la que trajo el pecado al mundo y arruinó todo. Sin embargo, Dios nos ama tanto que envió a Jesús para salvarnos del pecado, y nos da instrucciones detalladas para que sepamos cómo vivir, pero la gente casi siempre las ignora. Entonces, cuando algo sale mal por alguna cosa que la gente haga, le echan la culpa a Dios, a pesar de que ellos son quienes no siguieron Sus instrucciones.

—Por ejemplo, cuando Adrián se cayó de su ventana y se rompió la pierna por tratar de escaparse de la casa cuando estaba castigado el año pasado —recordó Ariana.

—¡Oye! —reclamó Adrián—. Yo no le eché a nadie la culpa por mi caída. Admití que fue mi culpa y acepté la responsabilidad —el niño le sonrió a su hermana—. Y ahora soy un hijo modelo.

Ariana y su madre se echaron a reír. Entonces Mamá tomó el manual de la tostadora.

—Por ahora guardaré este folletito, pero las instrucciones de Dios para nosotros no deben quedar guardadas en un cajón. Leamos todos algo de nuestras Biblias cada día, para que podamos recordar lo que Dios ha hecho por nosotros y cómo Él quiere que vivamos. En lugar de entrar en el juego de la culpa, podemos confesarle nuestras ofensas y el Señor nos perdonará.

HEATHER TEKAVEC

ACEPTA TU RESPONSABILIDAD

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 28:13

EL QUE ENCUBRE SUS PECADOS NO PROSPERARÁ, PERO EL QUE LOS CONFIESA Y LOS ABANDONA HALLARÁ MISERICORDIA. 

¿Aceptas tu responsabilidad por las cosas que haces? ¿O buscas a quién echarle la culpa cuando algo sale mal? La vida nunca está libre de dolor o problemas. A veces nuestras dificultades provienen de vivir en un mundo pecaminoso y roto, pero tras veces son causadas por nuestras propias acciones equivocadas. Cuando metas la pata, no entres en el juego de la culpa. Acepta tu responsabilidad por tus acciones, recordando que Dios te ama y siempre está dispuesto a perdonarte.

Clave de Hoy
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