El bravucón
Silvestre se arrodilló detrás del automóvil de un maestro en el estacionamiento de la escuela. La campana de la mañana ya había sonado y sabía que llegaría tarde, pero no le importaba. “Julio se está retrasando tantas veces”, pensó, “y no quiere decirme por qué. Voy a ver si lo descubro”.
Los ojos de Silvestre inspeccionaron el patio y entonces vio lo que estaba pasado. Un niño mayor sostenía a Julio por el hombro y le decía algo. Luego empujó al pequeño contra la pared y lo amenazó con su puño.
“¡Ese bravucón!”, murmuró Silvestre. Sacó su teléfono de su bolsillo y lo puso en modalidad de vídeo, justo a tiempo para filmar una toma de cómo Julio dejaba caer a regañadientes un poco de dinero en la mano estirada del niño mayor. El abusón empujó nuevamente a Julio y se fue.
Mientras Julio se dirigía lentamente hacia la puerta de la escuela, Silvestre corrió para alcanzarlo. “¡Oye! ¿Qué haces aquí?”, preguntó Julio, sorprendido.
“¡Vi a ese bravucón!”, contestó Silvestre. “¡Y cómo hizo que le dieras tu dinero! ¿Quién es ese niño?”
Julio miraba el piso. “Su nombre es Horacio y me hará mucho daño si se lo cuento a alguien”.
“Bueno, no tienes que contarlo a nadie. Yo lo haré”. Silvestre le mostró su teléfono. “Saqué un video de cómo él te acosaba y se lo voy a mostrar a la directora”. El niño empezó a caminar hacia el edificio de la escuela.
“¡Espera!”, gritó Julio. “¿No tienes miedo de que Horacio te ataque? Es tan cruel y me da tanto miedo cuando se enoja”.
La señora Ponce no tolerará el bullying”, aseguró Silvestre. “Ella se pondrá en contacto con los padres de ese niño y se lo diremos a otros niños también. Si el señor bravucón sabe que no nos quedaremos callados y que todos estarán en su contra, no creo que tenga de qué preocuparme. Además…” Silvestre vaciló. “¿Recuerdas la historia bíblica de David y Goliat?”
“Sí, me acuerdo de la historia”, respondió Julio.
“El gigante era un bravucón enorme, pero Dios estaba con David y le ayudó a pelear contra Goliat, para que él ya no pudiera hacer más daño a nadie”. Silvestre sonrió. “Sé que Jesús me ayudará también a enfrentar a los bravucones”. — MARY M. IHLENFELDT
HAZ FRENTE A LOS BRAVUCONES
VERSÍCULO CLAVE: JOSUÉ 1:9
¡SÉ FUERTE Y VALIENTE! NO TEMAS NI TE ACOBARDES, PORQUE EL SEÑOR TU DIOS ESTARÁ CONTIGO DONDEQUIERA QUE VAYAS.
¿Hay acoso escolar o bullying en tu escuela? ¿Has conversado de esto con tus padres, maestros o el director? Ya sea que el acoso sea en persona o por internet, el bullying es un problema muy serio que hiere profundamente a las personas. Es importante que le cuentes a un adulto si lo experimentas o ves que sucede, para que esa persona mayor pueda ayudar a detenerlo. Y recuerda que no te enfrentas solo con esto: Jesús estará contigo. Muestra a otros el amor de Jesús al hacerle frente al bullying.
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