El árbol de Zaqueo

—No puedo ver nada —se quejó Pepe en el concierto.

Todos estaban de pie frente a ellos y el niño no era lo suficientemente alto para poder ver el escenario. Su padre se agachó junto a él.

—¡Súbete en mi espalda! —le gritó por encima de la música.

Pepe hizo rápidamente lo que le dijo su papá y finalmente pudo ver la banda.

—¡Guau!

—Qué mal que no tenemos el árbol de Zaqueo —comentó el padre.

Hacía demasiado ruido para hablar mucho en el concierto, así que Pepe no le preguntó en ese momento a su papá a qué se refería.

Al día siguiente, cuando Pepe y su padre estaban preparando la parrilla para hacer la cena, el niño sacó el tema otra vez:

—¿A qué te referías ayer con eso del árbol de Zaqueo?

Papá encendió la parrilla y le dijo:

—¿No recuerdas la historia de Zaqueo?

—Realmente no —admitió Pepe.

—Bueno, ahora tenemos tiempo para contártela —el padre se sentó en una silla y Pepe sacó otra y se sentó a su lado—. Cuando Jesús estaba viviendo la tierra, mucha gente quería verlo y oírlo hablar —explicó papá—. Él atraía a las multitudes por dondequiera que iba, y un día un nombre llamado Zaqueo estaba en la multitud.

Pepe miró a su padre.

—¿Y Zaqueo tenía un árbol?

—Se subió a un árbol —señaló papá—. Zaqueo era un hombre bajito, así que no podía ver donde estaba parado. Jesús notó lo que hizo, así que se acercó para decirle que comería en su casa ese día.

El padre se levantó y revisó la parrilla antes de continuar:

—La parte genial de la historia es que Zaqueo no había sido un hombre bueno. Era recaudador de impuestos y había tomado más dinero de la gente del que debía tomar. Pero conocer a Jesús lo cambió y decidió que quería seguir a Jesús y vivir de manera correcta en su vida, por eso devolvió mucho más de lo que les debía aquellos a quienes les quitó dinero —papá sonrió—. Estas historias me recuerdan que papá puede cambiar el corazón de cualquier persona.

Pepe hizo una mueca.

—¿Incluso de personas como los chicos groseros que están en la otra esquina?

Papá asintió.

—Jesús nos cambió, aunque éramos pecadores, y Él puede cambiarlos a ellos también. Dios puede cambiar a cualquiera y ayudarlos a crecer para que sean mejores personas —el padre acarició la cabeza de su hijo—. Hablando de crecer, tal vez no necesites un árbol de Zaqueo la próxima vez que vayamos a un concierto.

Pepe sonrió.

—Tal vez no.

BETHANY ACKER

DIOS PUEDE CAMBIAR A CUALQUIERA

VERSÍCULO CLAVE: EZEQUIEL 36:26

LES DARÉ UN CORAZÓN NUEVO Y PONDRÉ UN ESPÍRITU NUEVO DENTRO DE USTEDES; QUITARÉ DE SU CARNE EL CORAZÓN DE PIEDRA Y LES DARÉ UN CORAZÓN DE CARNE.

¿Crees que cualquier persona puede cambiar? La historia de Zaqueo en la Biblia demuestra que sí. Cuando Zaqueo conoció a Jesús y vio que era importante para el Señor, a pesar de ser un recaudador de impuestos, su corazón fue cambiado. Jesús puede hacer lo mismo por ti. Puede hacerlo por cualquier persona que conozcas y que parecería que nunca cambiará. ¡Jesús cambia corazones y vidas todos los días!

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *