El amor de Dios y el océano

Claudio no pudo evitar sonreír al ver la emoción en la cara de su hermano menor. Estaban de vacaciones y Enrique estaba superemocionado por la montaña rusa en la que estaban a punto de subir. Claudio estaba más interesado en el viaje que harían a la playa esa noche.

—¡Hay tantas personas en la fila! —los ojos de Enrique estaban muy abiertos—. ¿Dios ama a todos los que están en fila?

Su tío sonrió y puso su mano en el hombro de su sobrino.

—A todos.

—¿Él ama a todos los que están en el parque?

—A todos —dijo nuevamente su tío.

Cuando llegó su turno de subir a la montaña rusa, Claudio dejó que Enrique y su tío fueran juntos en la fila, delante del asiento que él eligió. Era mayor que su hermano y no le molestaba ir solo. Mientras iba por la montaña rusa, miró a todas las personas del parque. Era mucha gente que Dios tenía que amar.

Esa tarde, cuando se estacionaron en la playa, Claudio fue el primero en salir de la camioneta de su tío. Él vio el camino entablado que se dirigía a la playa y corrió por él. Era la primera vez que el niño iba a ver el océano y sus ojos se abrieron de la sorpresa cuando vio lo grande que era.

—¡Ni siquiera se puede ver al otro lado!

Su tío rio.

—Es un poquito más grande que el estanque, ¿verdad?

—¡También es más grande que el lago al que sueles llevarnos! —Enrique corrió hacia el agua.

—¡No vayas muy lejos! —su tío corrió detrás de él.

Claudio se quedó mirando el agua y notó enseguida el sonido tranquilizante de las olas cuando golpeaban la orilla. El océano era enorme, como nada de lo que había visto antes. Pensó en todas las veces que había oído a la gente hablar del amor de Dios y lo comparaba con el océano. El mar parecía no tener fin y el amor de Dios, también. Era lo suficientemente grande como para que Dios enviara a Su propio Hijo al mundo, para que las personas pudieran ser salvas y tener vida eterna con Jesús.

Claudio vio cómo su hermano salpicaba agua en dirección de su tío y recordó las preguntas de Enrique en el parque de diversiones. ¿Podría el amor de alguien ser tan inmenso?

—¡Ven, Claudio! —Enrique le hizo señas.

El niño empezó a caminar hacia el agua y se dio cuenta de que Dios no se parecía a ningún ser humano. Él en verdad tenía un amor inagotable, y quería compartirlo con todos.

EMILY ACKER

¡EL AMOR DE DIOS ES GRANDE!

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 63:3 (NVI)

TU GRAN AMOR ES MEJOR QUE LA VIDA; POR ESO MIS LABIOS TE ALABARÁN.

¿Sabes cuánto te ama Dios? Él te ama tanto que Jesús murió por tus pecados, es decir, por las cosas malas que haces, y después resucitó de entre los muertos para que pudieras tener vida eterna con Él. ¡Ese amor sí que es grande! Y Dios te demuestra Su amor de otras maneras también, por ejemplo, al consolarte cuando estás triste y al responder tus oraciones. Nadie podría amarte tanto como Dios. Dale gracias por el inmenso amor que Él tiene para ti.

Clave de Hoy
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