De nuevo al bate
Jonás suspiró en el momento en que Elías agitó el bate y mandó volando la pelota por encima de la cerca.
—¡Jonrón! —gritó Elías mientras corría alrededor del patio trasero y pisaba las bases imaginarias en su camino. Los dos niños estaban practicando su destreza para batear.
«¿Por qué Elías siempre tiene tanta suerte?», se preguntó Jonás. «Toda la tarde él ha tenido buenísimas jugadas y yo solo bateo la pelota tan suavemente que él la atrapa enseguida. Creo que no soy tan bueno para el béisbol». El niño miró a Elías. —Ahora te toca a ti traer la pelota —refunfuñó. El niño lanzó su guante en el piso y se sentó en la mesita.
Elías fue a recuperar la pelota y regresó corriendo a donde estaba Jonás, con la bola en la mano. —¿Ya no quieres seguir practicando con el bate?
Jonás se limpió el sudor de su frente. —No.
—Oh, bueno —. Elías se sentó junto a Jonás.
Ambos niños se abanicaron con sus gorros. —Hace calor. Voy a ver si mamá tiene un poco de limonada para nosotros —comentó Jonás, levantándose de la mesa.
—¿No la estás pasando tan bien? —preguntó su madre cuando Jonás abrió la puerta del patio.
El niño se encogió de hombros. —No es mi día, supongo. No he dado ni un solo buen golpe con el bate.
Mamá sirvió dos vasos de limonada. —Bueno, el béisbol es un deporte que se juega en equipo.
—Lo sé —afirmó Jonás—. ¿Qué tiene eso que ver?
—Puede ser que batear no sea tu mayor fortaleza —opinó su madre—. Pero eres un excelente bateador —. Ella le entregó los vasos de limonada. —Todos tenemos diferentes fortalezas. No todos podemos ser grandes bateadores, pero hacemos nuestro mejor esfuerzo con la posición que nos toca jugar. Lo mismo pasa con el cuerpo de Cristo, la iglesia. Estaba leyendo un pasaje en la Biblia que hablaba de eso. Señalaba que cada cristiano tiene un llamado diferente. Debemos usar los talentos que Dios nos ha dado, no los que dio a otra persona. Tenemos que trabajar en equipo, para que podamos demostrarle al mundo juntos el amor de Jesús.
Jonás sonrió. —Tienes razón, mamá. Gracias —. El niño tomó un gran bocado de limonada, después salió a la mesita y le entregó a Elías el otro vaso. Cuando terminaron de tomarse su limonada, Jonás recogió su guante. —¿Estás listo?
Elías se veía sorprendido. —Creí que ya no querías jugar.
Jonás se encogió de hombros. —Cambié de opinión.
—Está bien —dijo Elías mientras recogía el bate—. ¿Quieres batear primero?
—No —respondió Jonás—. Voy a practicar mis lanzamientos. — REBECCA J. GOMEZ
USA LOS TALENTOS QUE DIOS TE DIO
VERSÍCULO CLAVE: 1 PEDRO 4:10 (NIV)
CADA UNO PONGA AL SERVICIO DE LOS DEMÁS EL DON QUE HAYA RECIBIDO, ADMINISTRANDO FIELMENTE LA GRACIA DE DIOS EN SUS DIVERSAS FORMAS.
¿Has sentido que no eras lo suficientemente bueno para alguna cosa? A lo mejor viste cómo alguien más sobresalía en los deportes, la música u otra actividad, y sentiste el deseo de poder ser como esa persona. No pierdas el tiempo comparando tus talentos con los de otros. Más bien, enfócate en los dones que Dios te ha dado. Úsalos como parte del equipo de Dios, compuesto por creyentes que llevan a los demás a Jesús.
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