Da igual

—¡Papá! —Quino entró corriendo en la cocina—. Dile a Cloe que no ponga los animalitos pequeños en el arca de Noé hasta que los grandes estén adentro. Así lo hago yo porque encajan mejor así. ¿Por qué ella no hace las cosas como yo?

—Porque soy diferente —comentó Cloe, quien había seguido a su hermano—. Siempre me estás diciendo cómo debo jugar o armar rompecabezas o colorear o… o a hacer cualquier cosa. ¡Crees que todos deben hacer las cosas a tu manera!

—Hay más de una buena manera de hacer la mayoría de las cosas, hijo —aseguró su padre mientras ponía los platos en la mesa—. Ahora ve a decirle a tu madre que la cena está lista.

Quino puso una mala cara y fue a llamar a su madre. Después de orar, papá observó cómo su hijo ponía varios alimentos en su plato.

—Quino, ¿quieres que ponga toda esa comida en la licuadora por ti? —le preguntó.

El niño se veía confundido.

—¿En la licuadora? ¿Por qué?

—Los granos de arroz, el pollo, las zanahorias y el brócoli no solo se ven diferentes, sino que también tienen sabores distintos. Si las pongo en la licuadora, todo saldrá con la misma apariencia y el mismo sabor —explicó su padre.

—¡Guácala! Me gusta que sean diferentes —indicó Quino.

Papá sonrió.

—A mí también. Las diferencias hacen que la comida sea más interesante y disfrutable. Lo mismo sucede con las personas. Dios no hizo a todos iguales, como robots. Él nos dio personalidades, talentos y habilidades diferentes.

—Sí, Quino —interrumpió Cloe—. ¡Yo no soy igual a ti!

—Ninguno de nosotros es igual —señaló el padre—. Dios nos hizo a todos diferentes y damos gloria a Jesús tanto individualmente como en Su cuerpo de creyentes, la Iglesia, a través de las diferentes maneras en que hacemos las cosas y nos ayudamos unos a otros. ¿No crees que es algo bueno, hijo? ¿En realidad quieres que todos sean iguales y hagan todo del mismo modo?

Mamá negó con la cabeza, confundida.

—¿Hay algo que yo no sepa?

—Creo que nuestro hijo está descubriendo la belleza de que cada persona sea diferente —explicó papá—. ¿Verdad, Quino?

—Supongo que sí —expresó el niño, y después sonrió—. Pero hay cosas que sí son mejores en la licuadora.

—¿Como cuáles? —preguntó Cloe.

—¡Las malteadas! —exclamó Quino, triunfante.

TANYA FERDINANDUSZ

ACEPTA LAS DIFERENCIAS EN LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:5

ASÍ NOSOTROS, QUE SOMOS MUCHOS, SOMOS UN CUERPO EN CRISTO E INDIVIDUALMENTE MIEMBROS LOS UNOS DE LOS OTROS.

¿Aceptas a las personas que son diferentes a ti? ¿Eres paciente con quienes hacen las cosas de un modo distinto? Recuerda que todos los cristianos son parte del cuerpo de creyentes. Cada parte de un cuerpo, la mano, el pie, el ojo, etcétera, se ve y funciona de un modo diferente, pero cada una es importante. Del mismo modo, cada persona se ve, piensa y actúa de diferente manera y tiene habilidades distintas. Pero cada uno es precioso e importante para Dios.

Clave de Hoy
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