¿Cuánto tiempo falta?
—¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos allá? —se quejó Jeremías por la decimocuarta vez en los últimos diecisiete minutos.
—Llegaremos a la casa de tus tíos Jaime y Cata en dos horas más —respondió su padre—. En la próxima área de descanso podemos detenernos para estirar nuestras piernas.
En el área de descanso, Jeremías salió disparado del automóvil junto con sus padres y hermanos. Los niños empezaron a patear una pelota de fútbol mientras mamá y papá tomaban barras de granola, manzanas y botellas de agua de la cajuela.
Cuando regresaron al vehículo, el padre dijo:
—Jeremías, tu pregunta me hizo acuerdo de algo.
—¿De qué? —inquirió el niño entre mordisco y mordisco de su manzana.
—Del rey David —contestó papá—. Él le hizo a Dios esa pregunta muchas veces seguidas.
—¿David también iba en un viaje largo? —preguntó Jeremías.
El padre rio.
—No. Él le preguntaba cuánto tiempo más Dios se olvidaría de Él, cuanto tiempo más Dios lo abandonaría en manos de sus enemigos.
—Pero Dios nunca haría eso —declaró Jeremías con toda certeza—. Dios jamás nos dejará ni nos olvidará. Eso dice la Biblia.
—Eso es verdad —aseguró papá—. Pero a veces nos sentimos así. Cuando la vida es difícil, cuando alguien que amamos está muriendo o cuando estamos enfermos o solos, podemos sentir como si fuéramos a sentirnos miserables para siempre. A veces se siente como si Dios no oyera nuestras oraciones, como si no le importáramos.
—Tu papá y yo conversamos un poco del Salmo 13 —agregó su madre. Ella se volteó para mirar a Jeremías—. Cuando Dios no respondió como esperábamos nuestras oraciones para sanar a tu prima Emma, este salmo nos animó a hablar con Jesús sobre eso, a llevar nuestro enojo y dolor delante de Él. Hablar así con Dios no significa que estemos pecando o que no confiemos en Él de la manera correcta. De hecho, hablar así con Dios significa en realidad que, como David, confiamos en Él lo suficiente como para seguir llevando nuestras preguntas delante de Él. Jesús dio Su vida para hacernos hijos de Dios; Él nos ama y nos recibe, aun cuando estemos enojados, aun cuando hagamos las mismas preguntas catorce veces en diecisiete minutos —ella rio y le dio unas palmaditas cariñosas a su hijo en la rodilla.
—Y antes que preguntes —indicó papá con una sonrisa mientras veía de reojo a Jeremías por el espejo retrovisor—. Llegaremos a la casa de tus tíos Jaime y Cata en una hora y cuarenta y siente minutos.
RACHEL LUBOW
PODEMOS LLEVAR CUALQUIER COSA DELANTE DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 13:1
¿HASTA CUÁNDO, OH SEÑOR? ¿ME OLVIDARÁS PARA SIEMPRE? ¿HASTA CUÁNDO ESCONDERÁS DE MÍ TU ROSTRO?
¿Alguna vez has sentido que Dios no te ve o que no le importas? El Salmo 13 demuestra que siempre puedes hablar con el Señor. Él acepta todas nuestras preguntas y sentimientos. Jesús nos ama tanto que murió por nuestros pecados para darnos vida eterna con Él, y está siempre a nuestro lado en las partes más difíciles de nuestras vidas. Dios te ve y eres importante para Él, jamás te olvidará ni te abandonará.
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