Cosecha extraordinaria
Sergio estaba ayudando a su papá a sembrar sandías en el huerto. El niño cerró los ojos y se relamió los labios. “Casi puedo saborearlas ya”, afirmó.
El padre rio. “No hay nada como sembrar tus propias sandías”. Le entregó a Sergio más semillas. “Toma, siembra estas en la siguiente fila”.
Mientras hacía hoyos en la tierra, Sergio arrugó las cejas. “Papá, hay algo que he querido preguntarte”.
“Claro, hijo. ¿De qué se trata?”
“¿Por qué tuvo que morir Jesús para salvarnos de nuestros pecados?” Sergio levantó las manos y sacudió su cabeza. O sea, sé por qué lo hizo, pero ¿no podía habernos salvado de otro modo que no fuera tan espantoso y doloroso?”
Su padre levantó la vista, miró al otro lado del jardín y luego observó fijamente las semillas que tenía en la mano. Finalmente respondió. “¿Sabías que, para puedas comer la deliciosa sandía que tanto te encanta, esta semilla tiene que morir?”
“¿La semilla muere?”, preguntó Sergio. “Me parece tan brutal”.
“Sí”, contestó su papá. “Cuando la cubres con tierra, lo primero que hace es atravesar por un proceso de muerte. La cáscara exterior de la semilla se destruye. Luego vuelve a la vida y comienza a crecer una planta. Cuando la planta crece completamente, empieza a producir frutos”.
“Y se puede obtener varias sandías con solo una semilla”, comentó Sergio.
El padre asintió. “Lo mismo pasa con Jesús. Él tenía que derramar Su sangre y morir para tomar el castigo por nuestros pecados, para que nosotros podamos vivir, crecer y llevar fruto. Si no fuera así, estaríamos espiritualmente muertos”.
“Así como la semilla muere para que la enredadera pueda vivir y producir frutos”, agregó Sergio.
“Ya lo entendiste”, le animó papá. “Es solo por Su muerte y resurrección que podemos tener vida y servirle a Él”.
Sergio comenzó a hacer más agujeros y a llenarlos con seis semillas, en lugar de las tres usuales.
“¿Qué estás haciendo?”, preguntó su padre.
Aplastando la tierra en su lugar, Sergio exclamó: “¡Estoy cavando fosas comunes para las semillas, para que nos den una cosecha extraordinaria!”
Papá sonrió. “¡Vamos a nadar en sandías!” – BETH ANNE INGRAM
JESÚS MURIÓ PARA DARNOS VIDA
VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 1:11
[SEAN] LLENOS DEL FRUTO DE JUSTICIA QUE ES POR MEDIO DE JESUCRISTO, PARA LA GLORIA Y ALABANZA DE DIOS.
¿Has recibido vida en Jesús por aceptar lo que Él hizo por ti en la cruz? ¿Estás produciendo buenos frutos al mostrar Su amor a otros? Jesús sufrió, murió y resucitó para que podamos tener vida eterna con Él, y Él llena las vidas de aquellos que confían en Él con una cosecha extraordinaria de fruto espiritual. Confía en que Jesús te dará vida eterna y te hará crecer. (Presiona aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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