Compartiendo el dolor
Nota del editor: Esta historia podría no ser apta para los niños más pequeños.
Magdalena se tapó la cara con sus manos.
—Hubiera querido portarme mejor con él.
La cara de Clara estaba roja de tanto llorar.
—Me enoja que haya muerto tan joven. No es justo.
La señora Nelson se sentó en el escritorio vacío junto a ellas. Se secó las lágrimas con un pañuelo arrugado.
—El accidente de tránsito del automóvil de Jasón fue una tragedia terrible. Lo vamos a echar mucho de menos.
Tomás se dejó caer en el asiento junto a Clara.
—Quisiera que todos dejaran ya de llorar. Jasón era cristiano, así que ahora está en el cielo. ¿Podemos dejar de hablar de esto?
—Tomás, está bien que estemos tristes por ahora —dijo con delicadeza la señora Nelson—. Está bien sentirnos afligidos por perder a un compañero.
—Pero no hay nada que podamos hacer. Se fue. ¿Podemos simplemente alegrarnos?
—Podríamos hacerlo —aseguró la señora Nelson—. Pero deberíamos llorar con aquellos que sienten dolor en su corazón.
—Bueno, no quiero hacerlo —Tomás agarró su libro y caminó hacia la esquina de la lectura.
La señora Nelson lo siguió y se sentó en un cojín cerca del niño.
—¿Tienes frío, Tomás? —preguntó, apuntando a una manta con la que cubría sus piernas.
—Un poquito, supongo —el niño se arropó con la manta de lana, ajustándola bajo sus rocillas.
—¿Cómo te sentirías si te quito la manta? —le preguntó la señora Nelson.
Tomás levantó alzó la vista y la fulminó con la mirada.
—¿Y por qué haría eso?
—No lo haría, Tomás. Eso sería muy cruel. Esa manta te está dando abrigo y consuelo, ¿verdad?
Tomás se encogió de hombros.
—Sí, supongo.
—Bueno, en este momento todos estamos tristes porque Jasón falleció. En Proverbios dice que tratar de alegrar a una persona triste es como quitarle una manta a alguien que tiene frío.
—Yo no le haría eso a nadie —aseguró Tomás.
—Sé que no lo harías. Pero, en este momento, tus compañeros sienten dolor y necesitan una manta que los consuele. Esa es una de las maneras en que demostramos el amor de Jesús a los demás, al consolarlos y apoyarlos cuando están tristes, y compartiendo su dolor, aun cuando sabemos que la persona por la que hacen duelo está en el cielo.
Tomás se quedó pensando por un momento, después se quitó la manta y la puso sobre las rodillas de la señora Nelson.
—Lamento mucho que esté triste.
La maestra sonrió.
—Gracias, Tomás.
Tannis Oliveri
LLORA CON LOS QUE LLORAN
VERSÍCULO CLAVE: Romanos 12:15
GÓCENSE CON LOS QUE SE GOZAN Y LLOREN CON LOS QUE LLORAN.
¿Conoces a alguien que esté pasando por un duelo? A veces nos sentimos incómodos cuando las personas están tristes y queremos alegrarlas. Pero la mejor forma de demostrarles el amor de Dios es estar tristes con ellos y ayudarles a llevar su carga del duelo. Jesús llora con nosotros cuando estamos tristes y nos consuela. No es necesario que tengas las palabras correctas, solo que estés ahí y llores con los que lloran.
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