Cantándole a una marmota

Samuel se paró en silencio junto a su abuelo y a sus padres en la iglesia. Mamá y papá cantaban a todo pulmón. El abuelo daba golpecitos con su bastón al ritmo de las canciones. Pero Samuel no creía tener buena voz, así que no cantaba.

A la mañana siguiente, el abuelo fue a visitarlos para tomar un café. Mientras mamá limpiaba la cocina después del desayuno, Samuel se puso a trabajar en su tarea de ciencias de su educación en casa. El niño apuntó la imagen de una marmota que salía de su madriguera.

—Tenemos una de esas en nuestro jardín.

—Lo sé —afirmó el abuelo—. La vi andando por ahí esta mañana.

Samuel miró su libro.

—¿Sabías que las marmotas cavan agujeros de más de seis metros de largo? Son parientes de las ardillas y duermen todo el invierno.

—Eso hace que me dé sueño.

Samuel continuó:

—Salen de la hibernación antes de que la nieve se derrita, pero no siempre pueden predecir el fin del invierno el Día de la Marmota, como todos afirman. ¡Y escucha esto! Les gusta cantar. ¿No crees que nuestros cantos las espantarían?

El abuelo se puso de pie y le hizo señas a Samuel para que lo siguiera. Una vez que estuvieron afuera, el anciano se puso a cantar. Un momento más tarde, la marmota apareció y se paró con sus dos patas traseras. El abuelo dio un codazo a Samuel, quien aclaró su garganta y se unió al canto. La marmota se relajó y comenzó a husmear en el pasto.

Cuando volvieron a entrar, Samuel comentó:

—¡Realmente le gustó que cantáramos!

—¿Sabes a quién más le gusta que cantes? —preguntó el abuelo.

—Probablemente no a los vecinos —contestó Samuel.

—Piensa en la iglesia —sugirió el abuelo.

—¿Te refieres a Dios?

El abuelo asintió.

—Dios nos dice que cantemos Sus alabanzas porque lo amamos y queremos agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotros, como crearnos y enviar a Su Hijo para salvarnos.

Samuel miró a su abuelo.

—Si Jesús pudo morir en la cruz para rescatarme, al menos puedo cantar algunas canciones.

—Cuando le cantas a Dios, demuestras el amor y el gozo que Él ha puesto en tu corazón —explicó el abuelo—. No importa cómo suenen tus cantos, al Señor le encanta cuando cantamos Sus alabanzas con gratitud por quién es Él y por lo que ha hecho por nosotros.

Samuel sonrió.

—Si Dios disfruta cuando yo canto mucho más que la marmota, entonces cantaré para Él.

LAURA ROESLER

CANTA ALABANZAS A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 100:2

SIRVAN AL SEÑOR CON ALEGRÍA; VENGAN ANTE ÉL CON CÁNTICOS DE JÚBILO.

¿Cantas cuando vas a la iglesia? ¿O crees que tu voz no tiene importancia? Es importante para Dios. El Señor se deleita al oírnos expresar nuestro amor por medio de nuestros cantos y alabanzas para Él. La próxima vez estés en la iglesia, piensa en Su amor por ti y en todo lo que ha hecho por ti. Luego levanta tu voz a Dios en una canción, porque sabes que Él se agrada con tu alabanza.

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *