Buenas noches, Ringo

El nuevo cachorrito labrador dorado de Ignacio y Matilda mordisqueaba un zapato viejo.

—Ringo jugó mucho hoy —comentó Ignacio—. ¡Nunca descansa!

—¡Niños! —les gritó su madre—. Es hora de llevar a Ringo a su cama.

Ignacio y Matilda habían prometido cuidar de su nuevo cachorrito. Esta era la primera noche de Ringo con la familia, y los niños estaban entusiasmados por cumplir su promesa.

—Vamos, Ringo —dijo Matilda, cargando al cachorrito para llevarlo a la suave camita para perros que estaba al final del pasillo.

—Que duermas bien —le deseo Ignacio, acariciando a Ringo en la cabeza. El cachorrito miró a los niños por un momento y después salió de su cama con un brinco.

—Tal vez necesite una manta —sugirió Matilda.

Ignacio encontró una cobija vieja y su hermana la usó para cubrir a Ringo. El cachorrito los miró con ojos tristes.

—Todavía no está feliz —aseguró Ignacio.

—Oí que un reloj que hace tictac ayuda a los nuevos cachorritos a dormir —señaló Matilda—. Suena como el latido del corazón de su mamá —ella tomó un reloj despertador y lo enterró bajo la cobija.

Ringo se acostó en la cama y sus ojos empezaron a cerrarse. Los niños se pusieron a caminar en puntillas por el pasillo cuando, de repente, el cachorrito brinco de la cama y se puso a corretear detrás de ellos.

—Está solo allí —expresó Ignacio.

Matilda asintió.

—Creo que podemos solucionarlo.

Los hermanos tomaron la camita de Ringo y la arrastraron por el pasillo hasta su habitación. Diez minutos más tarde, el cachorrito estaba profundamente dormido en su cama, con la cara apoyada en la cobija y su orejita sobre el reloj. Ignacio miró a su mascota desde la cama de arriba de la litera.

—Al fin Ringo está descansando. Se ve tan en paz.

Matilda sonrió.

—Es como la paz que recibimos de Jesús.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ignacio.

—Bueno, Ringo no podía descansar hasta que lo trajimos acá… no estaba en paz hasta que sintió nuestra presencia. Y, cuando sentimos la presencia de Jesús, eso nos da paz para que también podamos descansar. Y, así como la cobija y el reloj ayudaron para que Ringo se sintiera amado y acompañado, las cosas como la oración, leer la Biblia y adorar con otros cristianos nos ayudan a sentir paz porque nos recuerdan que Jesús nos ama y que está con nosotros.

Ignacio observó cómo Ringo respiraba profundamente.

—Oremos antes de dormir. ¡Quiero sentir esa paz esta noche!

Jennifer Dillard

BUSCA LA PAZ Y EL CONSUELO EN JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: Juan 14:27

LA PAZ LES DEJO, MI PAZ LES DOY.

¿Qué te ayuda a sentir la paz de Dios? ¿Cantar? ¿Leer la Biblia? ¿Orar? Cuando te sientas ansioso o preocupado, recuerda que Jesús quiere que descanses en Él. Si lo conoces como tu Salvador, Jesús te ha dado el Espíritu Santo para darte paz. busca las maneras de recordarte a ti mismo que Jesús te ama y está contigo, y Su consuelo y Su descanso vendrán enseguida.

Clave de Hoy
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