Amada
Felicia salió de la casa sola con su pelota de fútbol, y suspiró. Desde que sus hermanos habían nacido, sus padres siempre estaban distraídos. Los gemelos siempre necesitaban algo, y ella sentía que sus padres ya no tenían tiempo para ella.
La niña había pensado que sería divertido comenzar a jugar fútbol, pero cada vez que le pedía a su papá que entrenara con ella, él siempre le respondía que estaba ocupado.
«¡No es justo!», pensó Felicia mientras pateaba la pelota contra la pared del costado de su casa. «Ya nadie me ama».
La camioneta de su tío se estacionó frente al garaje, y Felicia suspiró nuevamente cuando él salió del vehículo.
—¿Estás aquí para ver a los gemelos? —preguntó.
—Para verlos a todos —su tío se acercó—. ¿Estás jugando fútbol?
Felicia se encogió de hombros.
—Iba a practicar para ver si soy lo suficientemente buena para el equipo, pero papá no tiene tiempo para ayudarme. Ya nunca tiene tiempo —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Creo que ahora solo ama a los gemelos, pero ya no me ama a mí.
—Eso no es verdad —aseguró el tío Ricardo—. Claro que te ama.
—No parece —Felicia sollozó—. Parece que ya nadie me ama.
—Muchas personas te aman. Yo te amo —el tío Ricardo puso su mano en la cabeza de su sobrina—. Algo que puedes recordar cuando sientes que las personas no te aman es que Dios siempre te ama. Su amor es mayor y mejor que cualquier otro amor que podamos recibir de cualquier persona.
Felicia apoyó su pie en la pelota de fútbol.
—No había pensado en eso.
—El amor de Dios es alto, profundo y ancho —explicó el tío Ricardo—. No importa lo que la gente haga para decepcionarte o hacerte sentir no amada, puedes contar con el amor del Señor. Jesús te ama tanto que murió por ti. Él siempre estará ahí para ti y te cuidará cuando los demás te fallen.
—Gracias —expresó Felicia. Pensar en eso le hizo sentir un poquito mejor.
—Ahora, ¿qué tal si vamos adentro y veo si puedo convencerle a tu papá para que juegue fútbol con nosotros? —dijo el tío Ricardo.
Felicia sonrió.
—¿En serio?
El tío Ricardo respondió:
—Lo puedo intentar.
Felicia abrazó a su tío.
—Gracias, tío Ricardo y gracias por escucharme y por recordarme que soy amada.
BETHANY ACKER
ERES AMADO POR DIOS
VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 3:1 (NVI)
¡FÍJENSE QUÉ GRAN AMOR NOS HA DADO EL PADRE, QUE SE NOS LLAME HIJOS DE DIOS! ¡Y LO SOMOS!
¿Alguna vez has sentido que nadie te ama? Cuando tus padres están distraídos o tus amigos no tienen tiempo para ti, ¿te preocupas porque sientes que ya no te quieren? Puede que tus amigos y los miembros de tu familia no siempre logren demostrar bien su amor por ti, pero hay alguien que siempre te amará, aun cuando no lo sientas. El amor de Dios es más grande que cualquier otra cosa, y Él nunca te fallará. Cuando los demás te decepcionen, recuerda que Jesús está contigo y que eres amado.
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