¡Ahora!
—¡Es hora de irnos! —gritó mamá.
—Ya casi termino este nivel —exclamó Timoteo con los ojos pegados en la pantalla de su computadora. La madre entró en la habitación de su hijo—. Vístete ahora —indicó—. No queremos retrasar el ensayo de la obra —ella caminó rápidamente por el pasillo, llamando a la hermanita menor de Timoteo, Gaby.
—No sé por qué tengo que estar en el teatro de Navidad —balbuceó el niño—. Solo soy un ridículo pastor de todos modos —él tomó una túnica marrón de una montaña de ropa, se la puso sobre la cabeza y se miró al espejo—. Rayos, ¡espero que nadie de la escuela me vea vestido así!
Timoteo entró en la cocina, con la túnica envuelta en su cintura.
—Este disfraz me pica. ¿En serio tengo que hacerlo.
Su madre estaba luchando con el disfraz de ángel de Gaby.
—Quédate quieta, hijita. Estos botones son difíciles de ver —ella sopló un mechón de cabello de su cara—. Hicimos un compromiso, Timoteo. No podemos defraudar a todos. Además, todos los años has estado en la obra de teatro.
—Es justo eso —se quejó Timoteo—. Es lo mismo de siempre, todas las Navidades, sin excepción. Un montón de pastores, unos pocos sabios. No estamos contando ninguna historia diferente. ¡Qué aburrido!
Su madre se puso de pie.
—Ven acá, hijo —ella estiró sus brazos y lo abrazó—. Sé que no quieres hacer esto. Pero algunas cosas no pueden esperar. Algunas historias necesitan que las contemos… una y otra vez, ¡ahora mismo!
—Pero solo soy un pastor —murmuró Timoteo—. Los pastores no son interesantes. No tanto como los ángeles —él apunto a Gaby. Su hermanita sonrió y se dio la vuelta con su disfraz de ángel.
Mamá enderezó el halo de Gaby.
—La tarea de los ángeles era contarles a los pastores sobre el nacimiento de Jesús. ¡Los pastores fueron los primeros en saber y contar a otros la noticia de que Dios había enviado a Jesús como Salvador para el mundo!
—Eso sí es genial, supongo —admitió Timoteo.
—Por supuesto que es genial —afirmó mamá—. ¿Y los pastores dijeron: «Vayamos a Belén en la mañana, cuando haya luz»? No. ¿Dijeron: «¡Vayamos a Belén ahora!».
—Está bien, mamá —aceptó Timoteo, caminando hacia la puerta—. Supongo que sí debemos salir para la iglesia, para contar la historia de Jesús… ¡ahora!
JENNIFER DILLARD
SIENTE LA EMOCIÓN DE LA HISTORIA DE LA NAVIDAD
VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 2:15 (NTV)
LOS PASTORES SE DIJERON UNOS A OTROS: «¡VAYAMOS A BELÉN! VEAMOS ESTO QUE HA SUCEDIDO Y QUE EL SEÑOR NOS ANUNCIÓ».
¿Cuántas veces has oído la historia de Navidad? ¿Veinte veces? ¿Cien veces? Aun si la historia te es familiar, trata de experimentarla como lo hicieron los pastores, ¡como una gloriosa revelación de Dios que puede cambiar tu vida ahora mismo! Ora para que Dios te ayude a sentir la urgencia y el poder de la historia en esta época de Navidad, y a compartirla con los demás.
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