Farsante
—Miren —indicó Adrián, apuntando a un insecto que él y su hermana, Eva, habían atrapado en el jardín—. ¡Parece que está orando!
En efecto, las patas delanteras del insecto estaban dobladas y unidas, como si estuviera orando.
—Veamos si podemos saber qué es.
Los niños buscaron en internet y encontraron una imagen del insecto que habían atrapado.
—Es una mantis religiosa —dijo Adrián.
—¿En verdad ora? —preguntó Eva.
Adrián rio.
—¡Por supuesto que no! Los insectos no oran. Me pregunto, ¿con qué debemos alimentarlo? —él siguió deslizando la página—. Dice que comen otros insectos y les gusta comer vivas a sus presas.
—¡Guácala! —exclamó Eva, arrugando la nariz.
—Aquí dice que, si pones un pedacito de carne en un hilo y lo mueves delante de una mantis religiosa, podría creer que es un ser vivo y comerla —comentó Adrián—. ¡Hagamos el intento!
El niño puso un pedacito de hamburguesa al final de un hilo y, dicho y hecho, la mantis se abalanzó sobre la carne.
—Entonces, ¿a tu nueva mascota le gustó la comida que le diste? —preguntó mamá.
Adrián asintió.
—El sitio web que encontramos dijo que las mantis religiosas son criaturitas muy crueles. Dice que la hembra incluso se comería a su esposo si tiene suficiente hambre.
—Oh, pequeñito hipócrita —dijo la madre, mirando al insecto—. Te ves tan fiel y devoto, con tus piernas dobladas así, pero eres un farsante, no tienes ni ganas de orar.
Eva rio.
—Ese sería un buen nombre para él.
Así que el insecto quedó bautizado como «Farsante».
Cada vez que Adrián miraba a Farsante, sentía algo raro por dentro. Durante la cena, juntó sus manos y dijo «amén» con sus padres, pero nunca le importaba escuchar lo que decían. «Soy tal como ese insecto», pensó. «En realidad, no estoy orando, solo estoy fingiendo». El niño sabía que Jesús lo amaba y fingía amar también a Jesús. Pero nunca le había pedido a Jesús que fuera su Salvador.
Una noche, cuando Adrián se acurrucó en sus cobijas, Dios parecía susurrarle: «¿No crees que has sido un farsante por mucho tiempo ya?». De repente, Adrián se destapó y se levantó. «¡Iré a hablar con papá y mamá!», pensó. «Quiero dejar de fingir y convertirme en un cristiano de verdad».
Matilda H. Nordtvedt
NO SEAS UN CRISTIANO FARSANTE
VERSÍCULO CLAVE: Mateo 15:8
ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA, PERO SU CORAZÓN ESTÁ MUY LEJOS DE MÍ.
¿Estás moviéndote como por inercia para que los demás crean que eres cristiano? ¿Te has enfocado más en encajar o en agradar a tus padres, en vez de enfocarte en Dios y lo que Él piensa? Dios te ama tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir por tus pecados, para que puedas tener vida eterna con Él. Dios quiere tener una relación verdadera contigo, no una fingida. Conviértete en un cristiano de verdad al poner tu confianza en Jesús hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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