Las ovejas del abuelo

—¡Oh, mira! —exclamó Amelia mientras su madre estacionaba el automóvil en la granja de su abuelo—. ¡Veo las nuevas ovejas del abuelo! Vayamos a acariciarlas.

Los niños se bajaron del carro y corrieron hacia las ovejas, pero los animalitos salieron corriendo hacia la esquina contraria del corral.

—¡Ups! Las asustamos —admitió Josías—. Intentémoslo otra vez. Traigamos un poco de pasto para ellas, y esta vez vayamos caminando; no corramos.

Amelia estuvo de acuerdo y cada uno tomó un puñado de pasto y lentamente lo llevaron a la esquina donde se habían agrupado las ovejas. Pero, al acercarse, el rebaño se dio la vuelta y salió corriendo otra vez. Amelia dejó caer el pasto.

—Me rindo.

—Yo también —dijo Josías, arrojando el pasto al piso.

Un momento más tarde, los niños vieron venir a su abuelo y corrieron para darle un abrazo.

—Abuelito, ¿por qué tienes esos biberones? —preguntó Amelia.

—Dos de mis corderitos los necesitan —respondió el abuelo—. Tengo que alimentarlos porque su madre murió.

—Quisiera poder alimentar a uno de ellos —expresó Amelia—, pero no les caemos bien a tus ovejas. Huyen de nosotros.

El abuelo sonrió.

—Miren —indicó mientras guiaba a los niños a un corral pequeño junto al granero. Allí había dos pequeños corderitos—. Hola, Esponjosa. Hola, Bola de Nieve —saludó el abuelo mientras abría la puerta del corral. Los corderos corrieron deprisa y siguieron al anciano mientras cruzaba por el pasto.

Josías rio.

—¡Están jugando a seguir al líder!

El abuelo entregó un biberón a cada uno de los niños.

—Tomen —señaló—. Pueden sostener los biberones para ellos.

—¡Qué genial! —declaró Amelia, ofreciendo la botella a uno de los corderos. Ella rio entusiasmada cuando el corderito lo tomó con ansias—. ¡Este baila mientras come! —la niña miró al abuelo—. Pero ¿por qué las otras ovejas no comen el pasto que les ofrecimos?

—Las ovejas conocen la voz de su pastor y lo siguen. Tienden a huir de los extraños —explicó el abuelo—. Eso me recuerda que somos como ovejas. Seguimos a nuestro Pastor, Jesús, cuando lo obedecemos y confiamos en Él para que nos guíe y cuide de nosotros. No dejamos que nada ni nadie nos aleje de Jesús, porque hemos oído Su voz y sabemos que Él es el Buen Pastor que nos llama a la vida eterna con Él.

Margaret M. Primrose

SIGUE A TU PASTOR: JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: Juan 10:27

MIS OVEJAS OYEN MI VOZ; YO LAS CONOZCO Y ME SIGUEN.

¿Estás siguiendo a Jesús, el Buen Pastor? Puede que no tengas lana y cuatro patas, pero la Biblia con frecuencia se refiere a los cristianos como ovejas que oyen y siguen la voz de Jesús. Él es el único que nos ama tanto que dio Su vida para salvarnos y promete que nos guiará, nos cuidará y suplirá nuestras necesidades. Si confías en Jesús, lo estás siguiendo.

Clave de Hoy
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