Cuidando a Guillermo

Alfredo le anunció a su madre mientras corría por las gradas hacia la puerta trasera:

—Voy a mi jardín para arrancar las malas hierbas.

El niño tenía su propio jardín en el patio trasero y esperaba cuidar bien de sus plantas.

Mamá asomó la cabeza por la puerta de la cocina:

—¿Puede acompañarte Guillermo, por favor? Ha querido salir todo el día.

Alfredo suspiró. Dejar que Guillermo lo acompañara iba a causar que cuidar de su jardín fuera mucho más lento, con todas las preguntas que él siempre hacía. Alfredo se sintió tentado a quejarse, pero lo pensé mejor. Su madre necesitaba cuidar de Rosa, la bebé, porque le estaban saliendo los dientes y se sentía miserable. Además, a veces su hermanito podía ser lindo.

—Guillermo —le dijo Alfredo—, ¿quieres acompañarme al jardín?

—¡Sí! —chilló el niño emocionado—. ¿Me ayudas a ponerme los zapatos? ¿Por qué tenemos que ir al jardín? ¿Qué vamos a hacer allí?

Alfredo suspiró, pero sonrió mientras se arrodillaba para abrochar las sandalias de Guillermo.

—Tenemos que ir al jardín para sacar las malas hierbas y cuidar de las plantas.

Guillermo hizo una pausa, pero enseguida pensó en más preguntas.

—¿Cómo cuidamos de las plantas? ¿Por qué hay que sacar las malas hierbas?

Alfredo siguió respondiendo las preguntas de Guillermo mientras salían al jardín.

—Cuidamos las plantas al revisar qué necesitan. Puede que les falte agua o más soporte. Si no sacamos las malas hierbas, las plantas no tendrán espacio para crecer —sabía que habría muchas más preguntas antes que se acabara el día. Su mamá y su papá le dijeron que así era como Guillermo aprendía y que responder las preguntas amablemente y con cuidado le ayudaba a crecer y le demostraba el amor de Dios. «Es el tipo de amor que Jesús nos muestra», pensó Alfredo. «Un amor que siempre es paciente cuando nos ayuda a aprender y a crecer».

Cuando Guillermo hizo una pausa para perseguir una mariposa, Alfredo se dio cuenta de algo. Mostrar paciencia y bondad a su hermano no era diferente que cuidar de sus plantes. El niño decidió que seguiría cuidando de Guillermo y haría lo necesario para ayudarlo a crecer.

Myrical Barton

SÉ PACIENTE Y AYUDA A OTROS A CRECER

 VERSÍCULO CLAVE: Efesios 4:2

QUE VIVAN CON… PACIENCIA, SOPORTÁNDOSE UNOS A OTROS EN AMOR.

¿Eres impaciente cuando los niños más pequeños te hacen muchas preguntas? ¿Te fastidia cuando tus amigos o compañeros de clase no entienden algo? Recuerda que Jesús es paciente y amoroso contigo y que demuestras Su amor a los demás cuando los tratas del mismo modo. Sé paciente con los demás y haz todo lo que puedas para ayudarlos a crecer.

Clave de Hoy
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