Corazones hambrientos

—¿Por qué el pastor Evaristo tiene que predicar esos sermones tan largos? —refunfuñó Gaspar de capino a casa, después de la iglesia—. ¡Siempre es tan aburrido!

—En cambio, yo hubiera querido que el pastor no hubiera terminado tan pronto —opinó papá—. Él me ayudó a entender algunos versículos que antes me costaba entender.

—Bueno, mi clase de escuela dominical también es muy aburrida —agregó Gaspar.

—Mi clase no es aburrida —dijo su hermana, Karis—. Hoy hablamos sobre los israelitas en el desierto y aprendimos una nueva canción. ¿De qué se trató tu clase?

Gaspar se encogió de hombros.

—No sé… en realidad, no estaba poniendo atención.

Después del almuerzo, el niño puso unas sobras de comida en el plato de su gato.

—¡Ven, Mac! Mira lo que tengo para ti —el gato se acercó a su plato, olfateó la comida y se fue con la cola levantada. Gaspar meneó la cabeza—. Ese gato no tiene idea de lo que es bueno —balbuceó.

Karis estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia a fuera.

—¡Vengan a ver a los pajaritos bebé en su nido! La mamá pájaro les trajo comida, ¡y todos tienen los picos abiertos!

Gaspar fue a mirar.

—Bueno, son más listos que Mac. Él ni siquiera prueba la comida que le ofrecí.

—Supongo que no tiene hambre —comentó Karis.

—La abuela siempre dice que es melindroso y complicado con su comida. Estoy seguro de que le gustaría lo que le di, si tan solo lo probara, pero no lo quiere hacer.

Mamá se acercó a los niños por detrás.

—Esa debe ser la razón por la que estabas aburrido hoy en la iglesia, mientras los demás aprendimos tanto.

—¿Estaba aburrido porque el gato no quiere comer? —preguntó Gaspar—. ¿A qué te refieres?

—Me refiero es que, al igual que los pajaritos bebé, teníamos hambre, nuestros corazones estaban hambrientos. Estaban abiertos y ansiosos por escuchar de Jesús al oír y ver el alimento espiritual que el Señor nos ofreció a través de nuestro pastor y de los maestros de escuela dominical. Pero, al igual que Mac, ni siquiera lo pruebas. Esperabas que fuera aburrido, así que ni siquiera te molestaste por escuchar y pensar en lo que se estaba diciendo —la madre puso una mano en el hombro de su hijo—. La próxima vez, ¿qué te parece si en verdad escuchas? Piensa en las lecciones y en cómo se aplican a tu vida. Pídele a Dios que te dé un corazón hambriento con un apetito de alimento espiritual.

Mary Rose Pearson 

ABRE TU CORAZÓN A LA PALABRA DE DIOS

 VERSÍCULO CLAVE: Mateo 5:6

BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PUES ELLOS SERÁN SACIADOS.

Cuando lees tu Biblia o vas a la iglesia, ¿tu corazón está abierto para aprender lo que Dios quiere decirte? ¿O solo cuentas los minutos hasta que se acabe? Jesús quiere llenar tu corazón con un buen alimento espiritual de Su Palabra y recordarte Su amor y promesas. Pero eso no puede suceder si te cierras y te rehúsas a escuchar. Confía en que el Señor abrirá tu corazón a Su Palabra, para que puedas nutrir tu alma.

Clave de Hoy
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