¿Por qué?

—Leila, no toques eso —le dijo su abuela con delicadeza.

Darío observaba cómo su abuela agarró la mano de su hermanita pequeña antes que pudiera alcanzar la bandeja de galletas que acababa de sacar del horno.

—¿Por qué? —preguntó Leila.

—Porque te puedes quemar —contestó la abuela.

—¿Por qué? —preguntó Leila otra vez.

Su abuela sonrió.

—Porque la bandeja está caliente.

—¿Por qué?

Darío torció los ojos.

—Eso hace siempre, abuelita. Sigue preguntando por qué, por qué, todo el día, sin parar.

—Tú también lo hacías a su edad —la abuela cargó a Leila y la llevó a la sala.

Darío notó el celular de su abuela en el mesón de la cocina y revisó la pantalla. Todavía no había noticias de su padre. Después fue donde estaban su abuela y su hermana en la sala, porque no quería estar solo.

—Abuelita, ¿por qué Dios permite que mi mamá se enferme una y otra vez? —preguntó—. Papá la llevó a emergencias la semana pasada y ahora están allá otra vez.

La abuela apretó cariñosamente el hombro de su nieto.

—Sé que es difícil, hijo. También estoy preocupada.

—Pero ¿por qué está pasando esto, abuelita? ¿Y por qué no descubren cuál es el problema para que no estemos tan asustados?

Su abuela sonrió.

—Estás comenzando a sonar como Leila.

Darío tragó en seco.

—A veces no sé por qué Dios actúa como lo hace.

—Está bien que cuestiones a Dios y te preguntes por qué obra de ese modo —aseguró su abuela—. En los Salmos leemos a personas que hicieron precisamente eso. Sabían que, a pesar de que pudieran no recibir las respuestas exactamente como querían, Dios escucharía sus preguntas. Incluso Jesús, justo antes de morir en la cruz, le preguntó a Dios: «¿Por qué?». Él entiende lo que es vivir cosas difíciles y no tener todas las respuestas.

—Entonces, ¿Dios no se enoja conmigo cuando le hago todas estas preguntas?

—Para nada —respondió la abuela—. Él es paciente contigo, así como tratamos de ser pacientes con tu hermanita.

—Solo quiero que mamá esté saludable otra vez —dijo Darío—. Más que solo saber el por qué, quiero que ella esté mejor.

—Lo sé —afirmó la abuela—. Todos queremos eso. Recuerda que Dios se preocupa por ella más que cualquier otra persona. Él envió a Su propio Hijo a morir por ella. Pase lo que pase, podemos confiar en que Él escuchará y estará con nosotros.

EMILY ACKER

DIOS ESCUCHA NUESTRAS PREGUNTAS DIFÍCILES

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 116:1-2 (NTV)

AMO AL SEÑOR PORQUE ESCUCHA MI VOZ Y MI ORACIÓN QUE PIDE MISERICORDIA. DEBIDO A QUE ÉL SE INCLINA PARA ESCUCHAR, ¡ORARÉ MIENTRAS TENGA ALIENTO!

¿Alguna vez te preguntas por qué Dios permite que sucedan cosas malas? ¿Has tratado de preguntarle por qué? ¿O te preocupa que Él pueda enojarse si le haces preguntas difíciles? El Señor te ama profundamente, aun cuando luchas por creer que Él es bueno. Dios entiende tus sentimientos y acepta tus preguntas. Confía en que Él te escucha y se preocupa por ti.

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *