En Sus brazos

Patricia abrió de golpe la puerta mosquitera y corrió por el pasillo.

—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó—. ¿Es verdad?

—¡Espera! Tranquilízate, hijita —su padre le salió al encuentro y la abrazó—. ¿Qué pasó?

—Oh, papá… Caleb García dice que su mamá ya no tiene trabajo y que todos los trabajadores de la planta fueron despedidos. ¿Tú también? Estás en casa y no en el trabajo, ¡entonces debe ser verdad! —Patricia sentía ganas de llorar—. Papá, si ya no tienes trabajo, ¿cómo pagaremos las cuentas médicas de Lucía?

En ese momento, su madre bajó las gradas con Lucía. Los ojos de la bebé se iluminaron cuando vio a Patricia, y emocionada estiró los brazos. Su hermana mayor la cargó y la abrazó. Ella recordó la época en la que Lucía estaba tan enferma y cuando tenían que ir regularmente al hospital para sus tratamientos. En ese tiempo era una bebé tan callada y apagada, no se parecía a la bebé alegre y brillante que era ahora. Patricia abrazó fuertemente a su hermanita.

Su padre vio el fuerte abrazo que Patricia le dio a Lucía.

—Hija, ¿de quién son los brazos que sostienen a Lucía?

—Eh, son mis brazos los que la sostienen, papá —contestó Patricia, confundida.

—¿Está segura en tus brazos? —preguntó su padre.

Patricia se sintió ofendida.

—Por supuesto que sí, papá. Mamá y tú me enseñaron a tener mucho cuidado con Lucía. ¿No confías en mí?

El padre sonrió.

—Claro que confío en ti. Pero piensa en esto: hace unos minutos, estabas preocupada porque me quedé sin trabajo. Yo sé que es algo que nos asusta. Admito que tu madre y yo también nos sentimos un poco sacudidos por esto, pero hemos decidido que estamos a salvo en los brazos que nos sostienen.

Patricia se quedó mirando fijamente a su padre por un minuto. Después sonrió.

—Los brazos de Dios —dijo en voz baja—. Nuestra familia está en los brazos de Dios.

—Así es —afirmó papá—. Jesús murió por nosotros para que podamos estar a salvo en Sus brazos por toda la eternidad. A pesar de que ahora nos encontramos en una situación incierta que nos da miedo, podemos confiar en que el Señor cuidará de nosotros.

Patricia sintió, porque sabía que era verdad que Dios los ayudaría, sin importar lo que sucediera con el trabajo de su padre.

PAMELA G. JONES

DESCANSA EN LOS BRAZOS DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: DEUTERONOMIO 33:27

EL ETERNO DIOS ES TU REFUGIO, Y DEBAJO ESTÁN LOS BRAZOS ETERNOS.

¿Te preocupas por el futuro? Quizá alguien cercano a ti perdió su trabajo o está muy enfermo, y no estás seguro de lo que pasará. No olvides que Dios sabía lo que iba a suceder antes que tú, y Él sabe qué hacer al respecto. No importa cómo se vea la situación para ti, recuerda que el Señor promete que estará contigo. Descansa en los brazos eternos de nuestro fiel Dios.

Clave de Hoy
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