Un poquito de belleza

Noelia se paró junto al centro para visitantes en el sendero de los riscos, y podía ver partes con nieve en los lados de la montaña, bien arriba. Los pocos árboles en el área que estaba encima de la línea arbórea se quedaron pequeños y chuecos a causa de los vientos helados del invierno. Pero el verano había llegado y unas pequeñas flores blancas y amarillas sacaron sus cabezas brillantes, como si balaran a la música.

—Mira, Noelia —indicó su padre cuando caminaron para ver las flores en un campo, junto al centro de visitantes. Él se puso de rodillas entre las flores y con gentileza tomó entre sus brazos uno de los frágiles capullos blancos en sus manos—. ¡Mira qué diminuta es esta flor! Pero ¿no te parece hermosa? ¡Debe haber un millón de estas!

—Pero esa tiene un pétalo dañado —observó Noelia.

—Sí, lo veo —contestó papá—. Pero aquí está, agregando su contribución a la belleza de este lugar. A pesar de que es diminuta y no es perfecta, la flor tiene un propósito al estar aquí, al igual que todas las demás cosas del mundo de Dios.

Noelia se preguntaba qué querría decirle su padre, pero no preguntó nada.

Mientras conducían de regreso por la montaña, un tiempo después, papá dijo:

—Creo que el propósito de esa pequeña florecita era hacerme acuerdo de ti, Noelia. Has pasado por tiempos fríos y tormentosos en tu vida.

Noelia sabía a qué se refería su padre. Había pasado enferma muchos de los primeros años de su infancia. Como resultado, tenía que usar aparatos auditivos. También iba atrasada un año de los demás chicos de su edad en la escuela.

—Sé que a veces te sientes pequeña y poco importante —continuó papá—. Pero quiero que recuerdes que tienes un propósito. Eres tan valiosa para nosotros… y para Dios.

Noelia pensó en la pequeña florecita que añadía un poquito de su belleza al mundo. Ella le mostró a su padre una pequeña sonrisa.

—¿Y crees que yo pueda añadir un poquito de belleza al lugar donde Dios me ha puesto?

—Sé que puedes —le aseguró papá—. Ya lo haces. Jesús murió por ti para que pudieras ser una hija de Dios, y Él entiende todo lo que has vivido. Debido a que lo conoces, puedes mostrar la belleza de Su amor a otras personas.

Noelia sonrió.

—Está bien —expresó—. Si una flor diminuta con un pétalo dañado puede añadir belleza al mundo, ¡yo también puedo hacerlo! ¡Y, con la ayuda de Dios, lo haré!

TRUDY VANDERVEEN

ERES UNA PERSONA VALIOSA

VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 43:1, 4

YO [DIOS]… TE HE LLAMADO POR TU NOMBRE; MÍO ERES TÚ.…  YA QUE ERES PRECIOSO A MIS OJOS, DIGNO DE HONRA, Y YO TE AMO.

¿Te comparas con otros y sientes que no das la talla? ¿Tienes algún tipo de discapacidad o cicatriz que te hace sentir cohibido? Dios te ama tal como eres, y tiene un propósito para tu vida. Jesús murió y resucitó, para que pudieras ser parte de la familia de Dios y vivir con Él para siempre. Eres una persona muy preciosa y valiosa, para otras personas y especialmente para Dios.

Clave de Hoy
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