El verdadero tesoro

Román se puso a dar golpecitos con los dedos en la consola del automóvil de su familia. Estaba a punto de tocar la bocina cuando vio que su madre cerró con llave la puerta de la casa y cargó a su hermanita.

—¡Rápido! —balbuceó el niño. Quería llegar temprano a la tienda de juegos.

Mamá abrió la puerta del asiento trasero y aseguró a su hermanita en su asiento, luego se sentó en el puesto del conductor y encendió el automóvil.

—Ya era hora —se quejó Román. Cuando su madre se dio la vuelta y arqueó una ceja, Román sabía que tenía que controlar su impaciencia—. Lo siento, mamá.

Ella sonrió.

—Sé que estás emocionado, pero tienes que calmarte. Llegaremos pronto.

El automóvil salió del garaje y se dirigieron hacia la ciudad. Román abrió su billetera y contó los billetes alineados de manera impecable en su interior. Había ayudado con labores en el jardín e hizo quehaceres extra en la casa para ahorrar y poder comprar una nueva consola de videojuegos. Le tomó cinco meses, pero hoy sería uno de los primeros niños en tener el único sistema de juegos que le daría acceso a los últimos y más geniales videojuegos descargables. Se moría por llegar.

Cuando su madre se estacionó, el corazón de Román se le fue al piso. Afuera de la tienda había una multitud, y las puertas no se abrirían por treinta minutos más. ¿Cómo era posible que hubiera una fila? El niño se zafó el cinturón de seguridad.

—Me voy a poner en la fila.

—Bueno —afirmó su madre—. Yo iré al supermercado que está al lado. Ven a buscarme cuando hayas terminado.

Una hora más tarde, Román sostenía una caja grande en sus manos cuando salieron del estacionamiento.

—¿Te quedó algo de dinero? —preguntó mamá.

—No —el niño acariciaba la caja con los dedos—. Pero está bien.

—¿Valió la pena? —inquirió su madre.

Román miró a su mamá y sonrió.

—Totalmente.

—¿Sabes? —comentó mamá—. Hay una historia en la Biblia sobre un hombre que vende todo lo que tiene para comprar un campo en el que hay un tesoro escondido. Él quería tener ese tesoro con todas sus fuerzas, así que estuvo dispuesto a perder todo lo demás. Jesús dice que el Reino de Dios es así.

—-¿En serio? —preguntó Román—. ¿Cómo?

Su madre lo miró.

—¿Qué crees?

Román entrecerró los ojos por la intensidad del sol de la mañana.

—¿Porque estar en la familia de Dios es el mejor tesoro que existe y conocer a Jesús es más valioso que cualquier otra cosa?

Mamá asintió y sonrió.

—Totalmente.

VICKIE PRICE TAYLOR

JESÚS ES MÁS VALIOSO QUE CUALQUIER OTRA COSA

VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 3:8 (NTV)

TODO LO DEMÁS NO VALE NADA CUANDO SE LE COMPARA CON EL INFINITO VALOR DE CONOCER A CRISTO JESÚS, MI SEÑOR.

¿Has querido algo con tantas fuerzas que hubieras renunciado a todo lo demás para conseguirlo? Jesús dice que ser parte del Reino de Dios es así de emocionante. Tener nuestros pecados perdonados a través de Jesús para que podamos ser hijos o hijas de Dios es un tesoro sin igual, que nunca envejecerá ni se desgastará, ¡es para siempre! Puedes tener ese tesoro hoy, si pones tu confianza en Jesús. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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