Siempre escucha
—¡Atención, salimos en cinco minutos! ¡Apresúrense! —gritó papá desde el garaje.
Hugo ya había empacado hacía varias horas y estaba listo, así que fue hacia la puerta trasera.
—¡Mamá, mamá! ¡Adivina qué encontré afuera!
Pero, como estaba distraída alistándose, su madre parecía no escucharlo. Ella se agachó para organizar la nevera portátil y, frunciendo el ceño, sacó una caja de galletas—. Esto no debería estar aquí… ni tampoco esto…
—Mamá, escucha, en el patio trasero hay… —Hugo hizo una pausa cuando se dio cuenta de que su madre no le estaba poniendo atención—. Sé que estás ocupada, ¡pero esto en verdad es genial!
Su madre pestañeó.
—¿Sí? Hijo, si necesitas algo, puedes pedirles a tus hermanas. Todavía tengo muchas cosas que hacer —ella miró el reloj en la pared—. ¡Oh, mira qué tarde es!
Y con eso, se fue, apurada. Hugo encontró a sus hermanas en la sala.
—Hola, Adela, Catalina, ¡adivinen lo que vi en el patio de atrás!
Pero las chicas también parecían estar preocupadas con sus propios asuntos.
—Adela, ¿tienes mi libro para colorear? —le preguntó Catalina a su gemela.
—Sí, lo tengo, pero…
—Oh, ahí está. Dámelo.
—¿Chicas? —interrumpió Hugo—. ¿No quieren escuchar?
Adela ignoró a su hermano y le puso mala cara a su hermana.
—Ya no es tu libro para colorear. Mamá dijo que yo podría tomarlo porque nunca lo usaste.
Catalina se puso de pie de un brinco.
—¿Qué? ¡Eso no es justo! ¡Devuélvemelo!
—¡No! ¡Mamá dijo que era mío! —Catalina salió corriendo y Adela la perseguía de cerca.
Hugo suspiró, decepcionado.
—¿Acaso no hay nadie que quiera escuchar lo que tengo que decir?
Entonces recordó a la única persona a la que siempre podía acudir cuando quería hablar con alguien. El niño cerró sus ojos, juntó sus manos y oró:
—Jesús, este no ha sido un buen día para mí. Parece que nadie tiene tiempo para mí. Pero sé que Tú siempre estás ahí y siempre quieres escuchar. ¿Sabes lo que encontré hoy? El nido de un petirrojo con dos huevitos azules, en el árbol junto a la ventana. Voy a seguir observando todos los días, ¡para no perderme el momento en que los pajaritos rompan el cascarón!
ELIANA CANFIELD
JESÚS SIEMPRE ESTÁ ESCUCHANDO
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 65:24
ANTES QUE ELLOS CLAMEN, YO RESPONDERÉ; AÚN ESTARÁN HABLANDO, Y YO HABRÉ OÍDO.
¿Alguna vez has querido hablar con alguien que no estaba disponible para escuchar? Puede ser decepcionante cuando nuestra familia o amigos no tienen tiempo para nosotros. Pero el mejor amigo de todos, Jesús, siempre escucha nuestras oraciones. ¡A Él le encanta cuando hablamos con Él! La próxima vez que quieras hablar con alguien, comparte tus pensamientos con Él, quien siempre nos escucha.
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